La arquitecta pakistaní Yasmeen Lari ha sido reconocida con el Premio al Logro 2025 de la Trienal de Arquitectura de Lisboa.
Con una trayectoria que abarca más de seis décadas, su carrera constituye un testimonio ejemplar del potencial transformador de la arquitectura: una herramienta poderosa para mejorar las condiciones de vida, combatir la desigualdad, enfrentar el colapso ecológico y construir un futuro más justo.

Nacida en 1941 en Pakistán, Lari se formó como arquitecta en Oxford. A su regreso a su país natal, fundó su propio estudio, convirtiéndose en la primera mujer en ejercer la arquitectura profesionalmente en Pakistán. A lo largo de su carrera, diseñó importantes edificios como la sede de Pakistan State Oil, el Centro de Finanzas y Comercio en Karachi, el Amro Bank y el primer complejo de viviendas sociales del país en Lahore.

Lari alcanzó reconocimiento internacional por su trabajo con rascacielos y edificaciones de hormigón, siendo galardonada con distinciones como el Premio Jane Drew y la Medalla de Oro Real del RIBA 2023. Sin embargo, en un giro radical, se distanció del enfoque arquitectónico convencional para dedicarse a la promoción de una arquitectura accesible, sostenible y centrada en las personas más vulnerables.

«La arquitectura tiene que cambiar si quiere seguir siendo relevante. Nuestro trabajo no es solo para los ricos; Las comunidades pobres de todo el mundo necesitan un buen diseño, porque es de mayor valor para ellas. Es por eso que creo que mi trabajo es reconstruir vidas: crear ‘escaleras de escape de la pobreza’ perdiendo el control del proceso a través de la co-construcción y la co-creación. Lo hacemos compartiendo conocimientos y movilizando a las aldeas, una aldea a la vez».
Las devastadoras consecuencias del terremoto de Cachemira en 2005, así como las inundaciones de 2010 y 2022, marcaron un punto de inflexión en su práctica. Desde entonces, ha liderado una labor humanitaria y de activismo climático enfocada en soluciones de bajo costo y bajo impacto ambiental. Su enfoque ha permitido la construcción de decenas de miles de viviendas resistentes a terremotos e inundaciones, así como instalaciones sanitarias y espacios comunitarios, todos autoconstruidos por las mismas personas afectadas, muchas de ellas en situación de extrema pobreza.

En una reflexión autocrítica, Lari ha señalado: “Usé mucho hormigón armado, mucho acero y mucho vidrio reflectante, pero ahora, al mirar atrás, la huella de carbono era altísima”. Esa toma de conciencia la llevó a desarrollar el concepto de “arquitectura descalza”, un modelo basado en la accesibilidad, la equidad y el respeto por el entorno.

Su metodología se apoya en cuatro principios fundamentales —los “cuatro ceros”: cero carbono, cero residuos, cero dependencia de donantes y cero pobreza—, los cuales sintetizan su compromiso con una arquitectura que no solo construye espacios, sino también dignidad, resiliencia y autonomía.
