Habitar el paisaje: un jardín residencial en Jarabacoa

En Jarabacoa, Bosques Urbanos diseñó un jardín residencial inspirado en los jardines ingleses. El proyecto articula una serie de garden rooms conectados por senderos que respetan la topografía natural. Cada espacio propone un momento único de contemplación, encuentro o producción, en el que el paisajismo residencial puede convertirse en una narrativa habitable que integra arquitectura y naturaleza.

Enclavado en las montañas de Jarabacoa, donde el clima templado y la exuberancia natural ofrecen un escenario privilegiado, este proyecto de paisajismo residencial concebido por Bosques Urbanos redefine la relación entre la arquitectura y el entorno inmediato. El encargo estuvo bajo la dirección de Natalia Franch junto con David Meyreles y Claudio Ramos, y fue acompañado con plena libertad creativa por los propietarios; se orientó hacia la creación de un jardín como experiencia sensorial y contemplativa, un paisaje que acompañe la vida cotidiana sin imponerse sobre la naturaleza.

El diseño parte de la noción de garden room, espacios verdes con identidad propia conectados por senderos de piedra y césped que respetan la topografía existente. Únicamente el área frente a la terraza principal se niveló para formar una plataforma verde que actúa como transición entre la casa y el paisaje. Inspirado en los jardines ingleses, el proyecto busca transmitir un orden orgánico, “cada especie vegetal fue seleccionada por su textura, altura y comportamiento y dispuesta con intención, pero permitiendo que el paisaje respire con libertad”, explica la diseñadora.

El recorrido por el jardín
El corazón del proyecto se revela a través de un recorrido paisajístico concebido como una sucesión de espacios verdes, cada uno con su carácter propio, pero todos integrados en un relato continuo.

El camino de jacarandas. Desde la entrada principal, un sendero flanqueado por jacarandas, sabinas, pascuillas y arbustos de flores blancas conforma un corredor vegetal frondoso que enmarca la llegada a la casa. Este tramo fue bautizado como Camino de Jacarandas, y funciona como umbral natural hacia el corazón del jardín.

El jardín principal, frente a la terraza. Al salir de la casa se abre una alfombra de césped nivelada que actúa como transición visual y espacial entre la arquitectura y el paisaje. A partir de este plano se despliegan capas de agapantos, gramíneas ornamentales y arbustos de follaje variado y floración de distintos tonos, con profundidad, ritmo y riqueza cromática.

El patio de los cipreses. En un nivel ligeramente elevado se ubica un espacio de composición formal y simétrica definido por césped bermuda, una piscina central y dos maceteros clásicos que marcan el eje visual. El perímetro está delimitado por un seto de cipreses, confiere privacidad y estructura, y otorga un carácter solemne a este ámbito.

El jardín de flores. El recorrido prosigue hacia un espacio curvo y aromático en el que un macetero de cerámica patinado por el tiempo acoge un limón amarillo rodeado de orquídeas. Azaleas, rosas, margaritas y otras especies florales completan un conjunto exuberante y colorido, cargado de fragancias.

Huerto. La narrativa se enriquece con un espacio utilitario que combina belleza y producción: camas de cultivo para aromáticas, tomatillos, lechugas y ajicitos conviven con frutales como guayaba fresa, guayaba piña, mulberry, higuera y limón.

El jardín escondido. Un sendero de césped conduce a un ámbito íntimo, rodeado de gramíneas altas que lo protegen visualmente. Este jardín se concibe como lugar de pausa, ideal para picnics, lectura o contemplación tranquila.

Jardín del guamá. Más adelante se abre un gran jardín circular dominado por un majestuoso guamá preexistente. Margaritas blancas y amarillas rodean su base y aportan un aire silvestre y alegre. Bancos de hierro orientados hacia las montañas lo convierten en un espacio de sombra, descanso y contemplación.

El jardín del regreso. Un sendero de césped conduce a un jardín cuadrado y reservado con suelo de grava fina que cruje bajo los pasos y conduce la mirada de regreso a la casa. Este ámbito introspectivo, llamado Jardín del Regreso, se concibe como un espacio simbólico de reconexión con el paisaje y con uno mismo.

Escalinata y jardín tropical. Una escalinata de piedra permite retornar a la terraza y descender hacia el tramo final: un jardín tropical con una hoguera [fire pit] rodeada de tumbonas. Heliconias, alpinias, cafetos y otras especies de follaje exuberante envuelven el espacio en una atmósfera inmersiva, marcada por texturas, aromas y colores.

El proyecto demuestra que el paisajismo residencial puede trascender el ornamento para convertirse en una narrativa habitable. A través de la sensibilidad en la selección vegetal y la composición espacial, el jardín de Jarabacoa logra articular arquitectura, paisaje y vida cotidiana invitando a habitar la naturaleza como parte integral de la vivienda. Como señala Natalia Franch: “Este proyecto nos recuerda que los jardines se cultivan con tiempo y cuidado. Son escenarios de espera, contemplación y pequeñas alegrías que llegan cuando se respeta el ritmo de la naturaleza”.

Comparte este artículo.

¡Inicia una conversación!

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

© Arquitexto 2025. República Dominicana.