Este complejo agroturístico e inmobiliario, el primero de toda la región del Caribe cuyo atractivo principal es un viñedo, cuenta con una casa club que no tiene fachadas, solo suelo y cubierta.
Concebida como una gran mirador, los espacios carecen de cierres verticales, excepto en las áreas de servicio. El paisaje sustituye estos cierres, el exterior encierra el interior.
Este innovador proyecto agroturístico e inmobiliario basa su atractivo en los viñedos y la producción del vino, y continúa desarrollándose de forma coherente con los principios de diseño establecidos en la primera edificación construida, la sala de catas (cfr. Arquitexto 83). Partir de una arquitectura que no compita con la naturaleza, integre el paisaje, respete el medioambiente y valore los elementos autóctonos da como resultado una obra que conjuga lo rústico y tropical con lo contemporáneo.
La evolución del proyecto durante estos cinco años se corresponde con la experiencia interesante y desafiante de levantar un viñedo en el Caribe. Al principio, con la factibilidad de hacer vino prácticamente descartada, el plan maestro inicial correspondía a un complejo turístico inmobiliario de alta densidad. Tras un período de ensayos, consultas y pruebas empíricas con apoyo tecnológico de expertos, los promotores empiezan a ver roto el paradigma de que “no se puede” y la posibilidad de un proyecto de vinos en el trópico se materializa.
La casa club consiste en una estructura abierta diseñada con el objetivo de convertirse en un gran mirador desde el cual se pueda disfrutar en todo su esplendor la bahía de Ocoa, majestuoso paisaje de mar y montaña donde está enclavado el complejo.
Los elementos arquitectónicos arman espacios muy amplios y abiertos donde el protagonista es la naturaleza. El espacio interior queda conformado por el exterior, el único límite es el horizonte.
El programa de áreas es sencillo y en él predominan las áreas de estar y con servicios básicos de alimentación y bebidas.
Un gran árbol de guayacán, endémico del lugar y con una edad estimada de 400 años, se utiliza para organizar el descenso a través de dos escaleras que lo bordean.
Una vez en el nivel inferior, un atrio circular antecede las estancias.
La principal pieza construida es la terraza; con su gran cubierta de hormigón, se ha concebido como un techo verde que sale de la misma tierra. Está diseñada para permitir el cultivo en cajas, que además ofrece ventajas estéticas y climáticas. Además de las estancias exquisitamente amuebladas con sillones de madera de roble y cojines de telas de fibras naturales y colores claros, se encuentra allí el bar, un diseño original que utiliza una yola autóctona comprada en el pueblo de pescadores de Hatillo.
La ambientación de todo el espacio está inspirada en la vida de mar, siempre con el concepto de integrar lo rústico con lo contemporáneo.
La secuencia de espacios continúa con la terraza descubierta, con sus áreas de bar, de asoleamiento y la piscina sin fin que dirige las vistas de manera casi obligada hacia la hermosa bahía.
El bar del exterior es una cubierta cónica compuesta de un entramado de palos de bambú y cubierta interior de lona.
A un lado, un conjunto de kioscos conforman el comedor. Las pérgolas de palos y sus efectos de luz y sombra, quizá el elemento más relevante del diseño, se repiten en diferentes lugares incluyendo el corredor de los baños, sorprendiendo y cautivando a los visitantes. “Es este lenguaje sencillo el que resume nuestra aproximación al proyecto”, expresa la diseñadora.
Dominique - hace 9 años atrás -
Quisiera saber si yan estan abirtos y listos como para recibir un grupo para un almuerzo, con actividad alrededor del vino, tal vez un dia de cosecha?
Gracias por su respuesta.