La Fundación LiLeón invita a conocer La Puerta Amarilla, su nuevo espacio ubicado en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, el cual ha de brindar nuevas oportunidades de colaboración con las instituciones que apoyan la creatividad y la cultura dominicana.
La Ciudad Colonial de Santo Domingo es mucho más que una fascinante amalgama de colores y texturas plasmadas en edificaciones con hermosas fachadas. Sus viviendas y negocios nos permiten navegar por la historia y reconocer la referencia de siglos pasados en sus estructuras y espacios. Para Lidia León, presidenta de la Fundación LiLeón, La Puerta Amarilla es una oportunidad de adentrarnos en un lugar donde convergen diferentes historias y un punto en común: la cultura.
El edificio de esquina sobresale en el entorno y nos transporta al siglo XVI. Su fachada sobre la calle Hostos, con una pared de piedra, ventanales enrejados y puertas con balconcetes en el segundo nivel, contrasta con la pared con pañete liso que muestra en la calle Salomé Ureña, permitiendo así disfrutar de dos expresiones diferentes en una misma edificación, aunque con algunos elementos comunes. Una puerta amarilla señala la entrada, brilla con un matiz especial e invita al transeúnte a entrar y descubrir lo que el interior del inmueble le puede ofrecer.
El lugar cuenta con dos espacios: uno para exposición, de 43 metros cuadrados; y otro de recepción, de 17. Para su revitalización se contó con la colaboración de la firma ArchLabs. La intervención logró convertir el inmueble, al cual anteriormente se le daba un uso residencial, en un espacio íntimo: apto tanto para la realización de exposiciones artísticas, literarias y educativas; como para talleres y actividades formativas, que fomenten la cultura en sus diferentes expresiones (artística, educativa, lúdica y gastronómica, entre otras).
Aquí también se remozan las paredes con revestimientos de yeso y se mantuvo el arco interior de ladrillo. Los techos fueron unificados, siguiendo los principios estéticos del estilo Wabi Sabi, para ofrecer un ambiente cálido y acogedor.
Gracias a la intervención realizada, los pisos interiores invitan al visitante a descifrar el dibujo plasmado y llaman la atención, pues a pesar de pertenecer a los años 30, nos llevan a recordar los de casas muy antiguas. En tanto, la iluminación fue diseñada para destacar las exhibiciones; y los espacios se climatizan.
Los arquitectos Marino Lembert y Ruth Velázquez, quienes restauraron y remodelaron hace dos décadas esta propiedad, resaltan: “… la intervención de una construcción histórica es una labor apasionante, interesante y controversial, que nos permite conocer el pasado, revalorizar el presente y preparamos para el futuro” (Arquitexto 53).
En la entrada se destaca la obra de arte Horizonte, de Lidia León, realizada con técnica mixta de oxidación mineral sobre madera, de la serie Wabi Sabi 2017. La pieza fue presentada en la exposición “Te veo, me veo”, en la Iglesia Santa María de la Presentación (Venecia, Italia), en el marco de la 58 Bienal Internacional de Arte de Venecia (2019). La primera muestra exhibida fue Intermitencias, de la artista Carmen Inés Bencosme, como parte del circuito Photoimagen 2022. Actualmente, se está elaborando el programa de actividades destinado al 2023.