Más allá de la expansión espacial de las ciudades, más allá de la movilidad de sus habitantes, el ciudadano que habita un centro histórico tiene una experiencia particular del tiempo, pues vive juntos el pasado, el presente y el futuro. En la Ciudad Colonial de Santo Domingo tenemos un pasado cuya herencia urbana y arquitectónica ha sido reconocida patrimonio de la humanidad, un presente que se dinamiza con inversiones continuas, y un futuro que dependerá de lo que logremos en el presente.
La restauración de la Casa Santomé 115 requirió una particular visión de este concepto. Se trataba de una edificación de una familia de clase media construida a finales del siglo XIX o principios del XX, cuando ya la ciudad se expandía para ocupar toda el área intramuros y los lotes no se hacían de gran tamaño. Era una casa relativamente pequeña que estaba en mal estado y necesitaba un reacondicionamiento para poder aprovechar los mejores elementos de su pasado, tener todas las facilidades y comodidades del presente y mirar hacia un futuro promisorio. La intervención se hizo respetando el estilo neoclásico de la fachada y creando espacios nuevos, modernos, que dieran un nuevo carácter a la obra: el paso cubierto, la edificación que está en el fondo del lote y el segundo nivel, retirado unos metros.