Con más de cien años de historia como espacio público de la capital dominicana, Güibia ha sido objeto de diversas intervenciones: los kioscos-paragüitas de la sindicatura de Peña Gómez (1982-1986), el grifo-fuente del alcalde Rafael Corporán (1990-1994), y la fuente cibernética de Rafael Suverbí (1994-1998), antes de llegar a la actual remodelación. Desde hace más de cuatro décadas sus innumerables transformaciones e intervenciones han sido más fracasos que aciertos.
Un interesante proyecto de regeneración urbana realizado recientemente se suma a la lista de desafortunadas propuestas que se han quedado en el papel y que quizá hubiesen podido cambiar el curso de su historia.
El proyecto realizado por el Taller C tenía la intención de rescatar y amenizar el frente marítimo de Santo Domingo de una forma flexible y con un diseño mínimo; proponía que el color y el movimiento estuvieran brindados por el clima, las horas y los usuarios. Se trataba de una propuesta que no se circunscribía a la zona de Güibia, sino que se planteaba como el parque litoral sur del Distrito Nacional a lo largo de todo el malecón. El proyecto consistía en un plan integral de ocho ejes fundamentales: agua, seguridad, movilidad, suelo, edificabilidad, usos mixtos, animación urbana y sostenibilidad.
Esta propuesta fue presentada, discutida y retroalimentada en varios escenarios, al igual que reseñada y publicada en varios medios (ver Arquitexto 73). A principios del 2011, mientras todo daba a entender que se había empezado a ejecutar, el proyecto fue engavetado y, para sorpresa de todos, se construyó uno completamente diferente.
Uno de sus principales atractivos es el espacio que funciona como gimnasio público, donde hay alrededor de veinte máquinas que los aficionados al deporte usan durante las primeras horas de la mañana y poco antes de caer el sol. Otro componente popular y muy aprovechado es el espacio destinado a las canchas de fútbol y voleibol de playa, que están ubicadas de manera inadecuada muy cerca de la calzada vehicular de la avenida George Washington, por lo que no brindan suficiente protección a los usuarios.
A pesar de los fracasos, Güibia es sin duda una de las limitadas opciones de esparcimiento de Santo Domingo, ciudad donde se prioriza la infraestructura de circulación en lugar de la infraestructura de estancia, ocio y contemplación. Güibia ofrece una nueva oportunidad de abrir la ciudad al Caribe a pesar de nuestra tradición de vivir a espaldas del mar; sus árboles ennoblecen un espacio castigado por el sol caribeño, a pesar de que en nuestra historia urbana no se ha tomado en cuenta la importancia de conservar y crear lugares utilizando como recursos el paisaje y la vegetación.
Güibia ha sido “planificada” e intervenida en múltiples ocasiones, y la última propuesta es muy poca afortunada, al igual que las de las últimas décadas. A pesar de ser una buena opción de esparcimiento justo frente al mar Caribe, la última modificación pudo haber sido un proyecto urbano mejor terminado.
En las imágenes superiores se evidencia el ambiente de aquella Güibia de las primeras décadas del siglo XX. Ya para la época de los años cincuenta contaba con el famoso Casino de Güibia, una obra importante del movimiento moderno de nuestro país.