Desde que vimos la construcción de los edificios que albergan la entrada de las estaciones del metro de Santo Domingo, nos hemos preguntado si su presencia urbana guarda relación con el entorno urbano donde están ubicadas. En las principales ciudades del mundo, las entradas de las estaciones de metro son discretas, algunas veces simples aperturas en las aceras que dan paso a escaleras, puertas que se abren dentro de un centro comercial o, en los casos más extremos, un pequeño portal que identifica la entrada del subterráneo. Hay ejemplos en todo el mundo que justifican la conversión de estas entradas en hitos urbanos, como es el caso de la estación Palais Royal-Musée du Louvre del metro de Paris, del artista Jean-Michel Othoniel, una pieza escultórica de estilo controvertido construida en el año 2000 para celebrar el primer centenario del metro de París. En nuestra ciudad, estos elementos arquitectónicos se caracterizan por una escala desmesurada si se toma en cuenta el entorno degradado en el que muchas veces se encuentran, la mayoría son estructuras metálicas y de cristal a las que se les asigna una exagerada cantidad de superficie. Hubiéramos preferido que se priorizaran criterios de funcionalidad y mas atención al contexto en el que se encuentran emplazadas, y que a partir de una economía de recursos se optimizara la inversión de los fondos públicos.
Oliver Olivo Batista, arquitecto. “Estas piezas deben ser consecuencia, no causa. Deben ser el resultado del entendimiento del entorno ubicado. No pueden “ser la causa” de la duda, del asombro y de un ‘problema’ de diseño en el que probablemente un cliente con limitaciones le haya pedido al arquitecto (si usaron uno) que creara algo que fuera “moderno”, que pareciera “de fuera” y no pareciera obra del Estado. Tal vez con el objetivo populista de purificar el negativo ‘karma’ del metro. Me pregunto, ¿en qué países son así?
Ariosto Montisano, arquitecto. “Considero atinado su lenguaje fastuoso al buscar dar un mensaje de modernidad, contrastando con el desorden de transporte público dominicano. A la vez, remarco la separación contextual con un lenguaje arquitectónico tropical o caribeño. No me refiero a lo vernáculo, pero si a menos vidrio, por razones climáticas y de contexto energético en que vivimos. Pienso en las entradas de Paris, o mas reciente de Bilbao, donde responden a un lenguaje integrado de contexto, tanto artístico-social como de concepto de diseño.