El Ayuntamiento de Santiago demolió la casa de estilo vernáculo del general Teodoro Gómez, el 26 de diciembre del 2013, Esta modesta casa de madera fue una de las pocas que sobrevivió al incendio de Santiago de 1863, durante la Guerra de Restauración. Fue declarada patrimonio nacional en 1991, como resultado de la puesta en valor del centro histórico de Santiago. Desde entonces, se libra una lucha continua por la conservación y el mantenimiento de ese patrimonio monumental, compuesto principalmente por casas victorianas de madera y almacenes neoclásicos de ladrillo. El centro histórico de Santiago también es el principal centro comercial de la ciudad, con una dinámica que impone su uso. Fue difícil que los comerciantes aceptaran los requisitos de ordenamiento, y ha habido abandono de edificaciones de parte de algunos propietarios. Sin embargo, la persistencia de funcionarios y grupos interesados en la conservación del centro y la competencia con otros centros comerciales han logrado que se acepte el valor agregado histórico que le da el hecho de estar ubicado donde se originó la ciudad. Es notorio que el Ayuntamiento de Santiago, con la excusa de construir un multiusos, haya destruido este inmueble patrimonial. Deben apoyarse las rectas posiciones asumidas por el Lic. Edwin Espinal, asesor legal del Ministerio de Cultura para Santiago, y el Arq. Fausto Ortiz, director de Patrimonio Monumental de Santiago, respaldados por el Consejo para el Desarrollo Estratégico de Santiago, para pedir al Ayuntamiento de Santiago que reconstruya el inmueble destruido. El Ayuntamiento de Santiago ha respondido anunciando la reconstrucción del inmueble. Si esto se logra, se dará un ejemplo significativo para que, de ahora en adelante, tanto políticos y funcionarios como propietarios y ciudadanos en general respeten el valor monumental de las edificaciones del centro histórico de Santiago.
Opinión 1 – Edwin Espinal, historiador, asesor legal del Ministerio de Cultura para Santiago
Es inaudito que el cabildo de Santiago haya favorecido la desaparición de un inmueble patrimonial de factura única y haya restado a la ciudad otra pieza fundamental de su memoria construida. Aquella vivienda que bien pudo haber formado parte de una ruta histórico-arquitectónica de un Santiago que pretende ser destino turístico, no existe por el auspicio, nada más y nada menos, que de la instancia que debió haberla potenciado como valor cultural, por mandato de la Constitución y nuestro marco legal adjetivo. Esta acción perfila aún más el carácter caricaturesco del centro “histórico” de Santiago, que puede exhibir escasas muestras de su patrimonio construido, y que ha sido afectado por un acelerado proceso de deterioro, intervenciones desafortunadas, modificaciones sin control ni sanción y salidas masivas de residentes. Fotografías, aldabas y transoms [montantes] serán los únicos testimonios de épocas respecto de las que se ha decidido no dejar rastro alguno en pie.
Opinión 2 – Fausto Ortiz, arquitecto, restaurador, director de Patrimonio Monumental de Santiago
Es una que pena que haya sido la demolición de uno de los hitos patrimoniales más importantes de la ciudad lo que llamara la atención sobre la problemática de nuestro centro histórico, pero además que fuera la Alcaldía la que completara el proceso que ya el tiempo había comenzado es algo insólito. Esto refleja el grado de insensibilidad al que ha llegado nuestra sociedad en la que la dicha situación es tratada como un tema mediático más y algunos actores importantes solo tratan de sacar provecho personal. Desde hace unos seis años y medio hemos llevado una lucha desigual que, a pesar de la falta de apoyo, ha dado frutos. Algunos de estos logros son: el sometimiento de los primero casos de demolición en la ciudad, la reposición del único inmueble patrimonial demolido de nuestro país: la ferretería Dopico, y la realización del inventario de los inmuebles con valor para su posterior publicación.