El arte público en la República Dominicana

El arte público representa una oportunidad para motivar transformaciones sociales más profundas. Es a lo que apuestan los proyectos socioculturales que viene desarrollando la Digepep a través del programa Territorios Creativos y alrededor del proyecto del teleférico de Santo Domingo. Se destacan tres proyectos de murales, Gualey azul, de Estudio Ele Siete, Arte que nos mueve, de Limber Vilorio, y Paisaje óptico, de Elvin Díaz. Todos tienen en común que están diseñados para incentivar al talento artístico y contribuir al desarrollo comunitario y la revitalización de entornos urbanos muy degradados.

OBRAS DESAPARECIDAS DE CRISMAR

Los murales generan una sensación de limpieza, orden y belleza y, en su entorno, reducen los índices delictivos. (…) Sacar la obra de arte del museo o galería y volverla más accesible es un arma poderosa, de manera especial si se hace participar a la comunidad en sus procesos.

Lamentablemente, los proyectos de arte público llevados a cabo por el sector público y privado no siempre contemplan presupuestos de mantenimiento o conservación. La mayoría de los murales, obras de arte y conjuntos escultóricos de lugares públicos, tanto en Santo Domingo como en el interior del país, están destinados a desaparecer por esa causa. Poco importa si se invirtieron millonarias sumas de dinero o si pertenecen a glorias del arte nacional, como fue el caso de los murales pintados por Silvano Lora.

Lo mismo ocurre en el sector privado. Basta citar el caso de los murales realizados por el maestro Carlos Cruz Diez en los silos de la ribera oriental del río Ozama: se deterioraron paulatinamente hasta que los hicieron desaparecer bajo una capa de pintura. De los murales de El Color de la Vida, proyecto auspiciado por Pinturas Popular en los años noventa, solamente queda el de Geo Ripley en el entorno del Museo de Arte Moderno.

Uno de los más grandes desaciertos de la historia de las intervenciones de arte público de la ciudad de Santo Domingo es el funesto bulevar de la avenida 27 de Febrero, donde existe un conjunto de obras escultóricas monumentales y murales cerámicos de una calidad artística incuestionable. (…) Tenemos la esperanza de que las autoridades municipales contraten un equipo de expertos que analicen profundamente las causas del fracaso del bulevar y que la solución incluya el mejor destino posible para estas obras de arte.

DETERIORIO DEL ARTE PÚBLICO EN LOS ESPACIOS URBANOS

La misma esperanza albergamos de que finalmente se terminen los trabajos de restauración del Museo de Arte Moderno, obra maestra del Arq. José Miniño, inaugurado en 1976, así como de la restauración del Museo del Hombre Dominicano y las demás edificaciones y espacios de la Plaza de la Cultura.

La estatuaria patriótica aumenta su presencia en todo el país, sin embargo, la calidad de ejecución y los materiales dejan mucho que desear, además de la falta de planificación de su emplazamiento. El parque Independencia fue intervenido con un corredor “faraónico” con unas esculturas de fibra de vidrio de mediocre ejecución de nuestros héroes de la Independencia y la Restauración. En la plaza de la Bandera (en la intersección de las avenidas Luperón y 27 de Febrero), los desproporcionados y grotescos bustos de ferrocemento de nuestros tres padres de la patria.

Galería de arte desde las alturas

La situación del arte público que se ha descrito en los párrafos anteriores contrasta con los proyectos de revitalización urbana que se desarrollan en torno al teleférico de Santo Domingo, específicamente el programa Territorios Creativos, impulsado por la Dirección General de Programas Especiales de la Presidencia (Digepep) y coordinado por la arquitecta Ching Ling Ho y un equipo multidisciplinario. Dentro de este programa se realizaron talleres y asambleas con las distintas organizaciones comunitarias, juntas de vecinos y escuelas públicas, para reconocer las necesidades y los proyectos de interés cultural del entorno del trayecto del teleférico. Artistas visuales de renombre nacional y artistas locales de estos barrios crearon una ruta que incluye la cobertura con murales de más de 600 techos, casas y paredes.

El proyecto Gualey Azul, mural comunitario de Gualey, incluyó en su primera etapa la pintura de 350 viviendas y edificios en degradados de color azul, inspirado en la obra Mar invadido del fenecido artista dominicano Tony Capellán. Esta propuesta ha sido diseñada por el Estudio Ele Siete, liderado por Elvin Díaz.

GUALEY AZUL

La compañía Bacano Studio, dirigida por el arquitecto y artista visual Limber Vilorio, gestionó el plan de muralización, denominado Arte que nos Mueve, y realizó una primera etapa de 25 murales en los techos y paredes de Sabana Perdida que pueden apreciarse tanto desde la calle como desde el teleférico. Melvin Sánchez, José Almonte, Joan Vidal, Limber Velorio y Rosa García.

ARTE QUE NOS MUEVE

Una tercera obra de arte visual es Paisaje óptico, donada por el arquitecto y artista visual Elvin Díaz. Es un gran mural colectivo que se ve desde el teleférico; está realizado sobre los 40 techos del residencial Salomé Ureña de Sabana Perdida, y las superficies suman en total 7,000 metros cuadrados de arte óptico.

PAISAJE ÓPTICO
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