La propuesta de diseño de esta segunda vivienda de la casa B-55 del Punta Cana Resort tiene como punto de partida las regulaciones locales, muy específicas y restringidas, en cuanto a dimensiones y pendientes del techo, colores y materiales.
Los propietarios querían un patio central tradicional. El clima húmedo y caluroso requería buena ventilación y sombras. El resultado es una casa abierta y clara que respeta la mayoría de los árboles existentes y, en honor a la arquitectura caribeña y al arte cinético venezolano, utiliza la luz y las sombras como atracciones principales: la tradición tallada con la luz del Caribe.
Los ancestrales patios y retículas urbanas recobran vida al ser fusionados con la espléndida luminosidad caribeña, imprimiéndole a esta casa sentido de lugar. Si bien el resultado puede verse como una reinterpretación de una casa con patio, de linaje castizo, también puede a la vez serlo como una reinterpretación de un tradicional “damero urbano”, con ejes cartesianos que entran y salen con absoluta transparencia, generando brechas entre adyacencias volumétricas, similares a las calles de un pequeño poblado.
La interrelación entre adentro y afuera se enfatiza en el eje principal mediante la presencia del agua, que tanto avanza para dar la bienvenida al visitante como lo acompaña en su recorrido, hasta invitarlo finalmente a disfrutar de la piscina con que culmina y que parece flotar frente al bosquecillo que circunda el solar.
Los propietarios sugirieron la presencia del patio central, espacios para la pareja ubicados en la planta alta, el uso de la emblemática piedra coralina, la presencia del arte, así como sencillez y amplitud.
Todos los ambientes sociales y de invitados se organizan alrededor de este patio, rodeado por pasillos de circulación que siempre terminan en el verde y en el jardín.
El diseño del jardín, con la vegetación ubicada en focos diferenciados bañados de luz, y la selección de las especies, cuyas texturas y modulaciones se integra en diálogo con diferentes tramas y vistas de la casa, responden tanto a las ideas conceptuales como a las necesidades prácticas de mantenimiento y costos. En esta fusión de texturas, de belleza y pragmatismo, se destaca el gran portón principal, Progresión Amarilla en 3 Movimientos. Esta escultura, realizada por el artista venezolano Carlos Ferrer, está integrada con el eje principal y cuenta su propia historia, esta vez cinética, sobre las tradicionales celosías caribeñas.
Si bien el conjunto resulta sensorial e icónicamente identificable por el muy refrescante juego entre los colores blanco, azul y verde, la esencia de la casa habla de una fusión entre la entrañable calidez de la tradición y la espartana y detallada nitidez de la contemporaneidad.
Casa B-55 (2018)
- Ubicación: Punta Cana Resort, La Altagracia
- Área total de construcción: 600 m2
- Área del lote: 1643 m2
- Diseño arquitectónico: Silvia Soonets (VIIS)
- Colaboradores: Carlos Ferrer
- Consultores:
- Estructural: Bernardo Ernesto Núñez Puello
- Eléctrico: Víctor Ortega (Grupo Uno Ingenieros)
- Sanitario: Dager Espinosa (Dicelko)
- Diseño de iluminación: Maria Alejandra Valera
- Diseño paisajístico: Rosangela Bobea
- Curaduría de arte: Gerardo Zavarce
- Contratista general: Eter, Constructora Boutique