Recordando a Carlos Cruz-Diez

El Maestro Carlos Cruz-Diez, uno de los máximos exponentes del arte cinético a nivel mundial, falleció en París, Francia el 27 de julio, por causas naturales a los 95 años de edad, rodeado de su familia. Sus investigaciones y propuestas han aportado al arte una nueva comprensión del fenómeno cromático, convirtiéndolas en unas de las más importantes del arte cinético.
Logró demostrar que el color, en interacción con el observador, se convierte en una realidad autónoma que existe sin ayuda de la forma o necesidad de un soporte.

A continuación transcribimos el artículo publicado en Arquitexto, Edición 15, septiembre 1996, sobre la obra mural realizada por Cruz-Diez en los silos de Molinos Dominicanos a orillas del río Ozama, lamentablemente eliminada en el 2003, privando a los dominicanos de un legado artístico y cultural invaluable. La obra, que abarcaba 11,200 metros cuadrados, fue un regalo del maestro venezolano al pueblo dominicano como una honra a su parentesco con el patricio Patricio Juan Pablo Duarte ( de quien era su sobrino-biznieto).

Carlos Cruz-Diez y los silos de Molinos Dominicanos

Por: Guadalupe Casasnovas

(Arquitexto 15, 1996)

En los silos de Molinos Dominicanos se produce un verdadero vínculo orgánico entre el soporte arquitectónico y la pintura. En sus propias palabras: “Pienso que una obra de arte integrada a la ciudad debe generar un acontecimiento inédito en mutación permanente. Una especie de fascinación y asombro que provoque un hecho íntimo de ruptura ante el comportamiento automático que adoptamos al desplazarnos en medio urbano”.

Carlos Cruz-Diez ,Venezolano, nacido en 1923, utiliza los fenómenos de persistencia retiniana que modifican la percepción de un objeto doble en estado de movimiento alternativo. Su obra abarca desde la pintura y la gráfica hasta sus numerosas intervenciones en la arquitectura. Participa en numerosas exposiciones internacionales dedicadas al arte óptico y cinético. Explora la potencialidad del color y se ha empeñado en llevarla a primer término. Destaca la influencia ejercida por el color sobre la constitución psicosomática y hasta biológica del ser humano.

Para Cruz-Diez el problema de la integración de la pintura y la arquitectura, del arte y la naturaleza se produce espontáneamente. Sus proposiciones psicocromáticas producen un cambio en la relación obra espectador, al modificar el comportamiento del observador. Determinantemente participativa, la conducta del ojo que observa y el cuerpo que circula, modifica el sentido tradicional de la obra de arte, dando paso a un conjunto de efectos sicológicos. Estos efectos desencadenan el proceso de la creatividad, muchas veces involuntaria, de un espectador atrapado en condiciones ambientales y en actividades totalmente desprovistas de una premeditación.

En los silos de Molinos Dominicanos se produce un verdadero vínculo orgánico entre el soporte arquitectónico y la pintura. En sus propias palabras: “Pienso que una obra de arte integrada a la ciudad debe generar un acontecimiento inédito en mutación permanente. Una especie de fascinación y asombro que provoque un hecho íntimo de ruptura ante el comportamiento automático que adoptamos al desplazarnos en medio urbano”.

Las fisiocromías de Cruz-Diez aspiran a la extensión del muro arquitectónico, para obtener su cabal realización. Ante una superficie y un espacio extenso, el espectador podrá ir percibiendo al pasar, toda la variedad de sutiles transformaciones luminosas y cromáticas que se desprenden de esas agrupaciones visuales. Provoca en el transeúnte una res-puesta como resultado de una reacción no consciente en el instante, pero que tendrá, a largo plazo, efec-tos en la formación de una con-ciencia estética.

Todos los transeúntes, a pie o en vehículo, todos los moradores, con perspectiva sobre las orillas del río Ozama, miran y admiran aquel espectáculo insólito. El arte se ha vuelto público, va a jugar un papel de educación visual espontánea, con-frotando al “hombre de la calle” con el impacto y la seducción de una expresión artística contemporánea. El color como lenguaje, gracias a la conjugación de la línea, del volumen y del espacio.

De una edificación pesada y anónimamente funcional se ha pasado a un conjunto atractivo de gamas, tonos y ritmos, reales y virtuales. Gracias a las mezclas de colores y reacciones ópticas las estructuras originales han adquirido una relevancia volumétrica y dimensional que nunca habían tenido. Cruz-Diez alcanza la fragmentación de la luz en el soporte de los silos. Movimientos ondulatorios diferentes al desplazamiento real de la trama, desarrollan una luminosidad superior a la que tendrían estos mismos colores aisladamente, pasando de un estado bidimensional, al de un volumen aparente, eliminando ilusoriamente el adefesio que tanto preocupaba a los urbanistas dominicanos. Ya los silos no son almacén, sino una obra de arte que con-vive con el pueblo.

http://www.cruz-diez.com/es/work/integracion-a-la-arquitectura_1/1990-1999/cilindros-de-induccion-cromatica-por-cambio-de-frecuencia/

Biografía:

Carlos Cruz-Diez (Caracas, 1923 – París, 2019), artista franco-venezolano, vivió y trabajó en París desde 1960. Es uno de los protagonistas más relevantes del arte óptico y cinético, corriente artística que reivindica «la toma de conciencia de la inestabilidad de lo real” . Sus investigaciones lo revelan como uno de los pensadores del color del siglo XX. El discurso plástico de Carlos Cruz-Diez gravita alrededor del fenómeno cromático concebido como una realidad autónoma que evoluciona en el espacio y en el tiempo, sin ayuda de la forma ni del soporte, en un presente continuo.

En sus más de 70 años de carrera artística, Carlos Cruz-Diez abarcó ocho investigaciones sobre la autonomía del color; realizó más de cien integraciones de arte en el espacio público y sus obras forman parte de las colecciones permanentes del Museum of Modern Art (MoMA), Nueva York; Tate Modern, Londres; Centre Pompidou, París; Museum of Fine Arts, Houston entre otros. Fundó tres talleres de arte en Caracas, París y Panamá; la Cruz-Diez Art Foundation en Houston; recibió la Legión de Honor (Légion d’Honneur), la condecoración más importante que otorga el gobierno de Francia, entre otros invaluables premios y reconocimientos.

“En mis obras, el color aparece y desaparece en el transcurso del diálogo que se genera con el espacio y el tiempo real. Simultáneamente, aparece de forma incuestionable el hecho de que la información adquirida, así como los conocimientos memorizados en el transcurso de nuestra experiencia vital, no son, probablemente, ciertos… al menos parcialmente. Es posible, además, que gracias al color, abordado a través de una “visión elemental” desprovista de significaciones preestablecidas, podamos despertar otros mecanismos de aprehensión sensibles más sutiles y complejos que los impuestos por el condicionamiento cultural y la información masiva de las sociedades contemporáneas».  Carlos Cruz-Diez en Reflexión sobre el color, Madrid: Fundación Juan March, 2009 [ed. or. 1989]

Fuente: http://www.cruz-diez.com/es/biografia/

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