Para el diseño de su vivienda, el diseñador dominicano Andrés Aybar se inspiró en un canvas en blanco que sirviera de soporte a su exquisito trabajo de interiorismo.
La inserción de acertados elementos arquitectónicos estructura y configura el espacio de manera funcional, la combinación de revestimientos y terminaciones con materiales orgánicos y naturales, el juego de colores y diferentes texturas dentro de una paleta neutra de blancos y beige, en armonía con una cuidadosa selección de obras de arte y complementos de decoración, se conjugan para brindar un ambiente singular en los que prima la elegancia y distinción, sin descuidar la calidez y el ambiente hogareño. En cada estancia se produce una interesante mezcla de elementos clásicos, contemporáneos y también tropicales, dando como resultado rincones encantadores.
Como diseñador con veinte años de trayectoria, Andrés Aybar se confiesa exigente para la elección de propiedades, en cuanto a su distribución y calidad de terminaciones. Para la escogencia de su propia vivienda entraron en juego otras variables, como las posibilidades de presupuesto y la disponibilidad de intervenir inmediatamente.
El concepto básico del diseño de interior fue el de trabajar sobre un white canvas, “por mi trabajo estoy muy acostumbrado a trabajar con muchos colores y combinaciones para clientes con gustos y preferencias muy diversas. Yo quería todo lo contrario, un lugar que no tuviera presencia de color, neutro, con un aire zen limpio y claro, pero acogedor a la vez, un lugar con una atmósfera apropiada para desconectarse, relajarse y descansar, a la hora del almuerzo o después de un largo día de trabajo, en fin, que al entrar sintiera que llegué a mi casa”.
Independientemente de que se trabajara una paleta neutra, prácticamente todo es blanco sobre blanco o beige sobre blanco, y la selección de los materiales y las texturas de los acabados jugó un papel importante. Se destaca el trabajo de los apanelados de las paredes (hechos de mdf, igual que el del cielo raso), los cuales fueron diseñados teniendo en cuenta lo que iba a ocurrir en cada lugar. Se combinan desde fotografías, dibujos e ilustraciones hasta pinturas al óleo sobre lienzo. Por ejemplo, el cuadro de la entrada es una composición de azulejos tridimensionales de cerámica portuguesa de la casa Theia hechos completamente a mano y montados sobre un panel que hace conjunto con las fotografías del artista sudafricano Michael Oliver, quien trabaja el tema del desnudo artístico, el fuego y el juego de luz y sombra que se produce con las diferentes posiciones del cuerpo humano.
En el comedor sobresale el espejo Christine de la casa italiana FIAM enmarcado por dos apliques de Kelly Wearstler, una pieza escultórica de geometría amorfa resultado de una combinación de espejo bronce y espejo plata. En otra de las paredes, llama la atención la pieza artesanal de Caralarga, entretejida a mano con hilo de algodón crudo y hecha a la medida en Querétaro (México), cuya organicidad, ligereza y soltura le aporta calidez al espacio.
Del lado del comedor, la mampara antes mencionada acoge complementos propios del área, como el juego de la tetera y los platos, y posee almacenaje en la parte inferior con puertas que pasan desapercibidas. La textura se consigue con un revestimiento de Porcelanosa que simula el terrazo, aporta una apariencia retro y contrasta con los demás elementos. La iluminación interna se logra con tiras de led en todo el perímetro; la forma curva contrasta con la geometría lineal de los demás elementos, en especial del apanelado ortogonal de las paredes y el artesonado del plafón en forma de rombos. El falso techo se colocó a nivel de fondo de viga, lo que permitió canalizar las instalaciones, tanto de la iluminación como del sistema de sonido.
Es notoria la gran variedad de texturas del conjunto: la presencia del tejido bouclé (término francés que significa ‘rizado’) en las butacas del comedor y el sofá, una tapicería gruesa y de mucho relieve muy usada en los años 50 y que ha vuelto a ser tendencia; el clásico estampado pata de gallina en blanco y negro que aporta sobriedad y equilibrio; y la esterilla o pajilla que tiene un papel protagónico al aparecer en muchos detalles del mobiliario.
Proyecto: Triatec Este (2021)
- Ubicación: polígono central de Santo Domingo
- Área total de construcción: 230 m2
- Diseño de interiores: Andrés Aybar, El Estudio Proyectos
- Supervisión: Cristina Hernández, Isabel Planas y Laura Herrera
- Diseño de iluminación: El Estudio Proyectos y Grupo Elías
- Amueblamiento y decoración: El Estudio Store