El turismo como motor de desarrollo: retos y soluciones en la gestión territorial. Entrevista a Shaney Peña Gómez

La Dirección de Planificación y Proyectos del Ministerio de Turismo es responsable de los proyectos vinculados al sector turístico, el principal motor económico del desarrollo de la República Dominicana.

En esta interesante conversación con Shaney Peña Gómez, su directora, se aborda cómo el turismo afecta nuestras ciudades y comunidades y su papel como un motor del desarrollo sostenible. Hablamos sobre los proyectos impulsados durante su gestión, la importancia de los datos y la planificación territorial que coordine la inversión privada con la pública, y la necesidad de proteger el medioambiente y los recursos naturales. Finalmente, vimos los desafíos futuros que enfrenta el sector turístico como son las mejoras de las infraestructuras y la participación de las comunidades locales en este proceso.

X.: ¿Cuáles son los niveles de actuación de la Dirección de Planificación y Proyectos del Ministerio de Turismo?

S. P.: La Dirección de Planificación y Proyectos (DPP) del Ministerio de Turismo actúa en tres áreas clave. En primer lugar, se encarga de la tramitación y otorgamiento de permisos de uso de suelo para inversiones privadas en destinos turísticos, asegurándose de que cualquier tipo de proyecto en estas áreas pase por la DPP para su aprobación. Incluso si un proyecto se encuentra en una zona remota no declarada destino turístico, también debe gestionarse a través de la DPP. Además, la DPP diseña proyectos de inversión pública en destinos turísticos con un enfoque actual. En este momento se trabaja intensamente en intervenciones en playas y en frentes marítimos. Estos diseños son ejecutados por el Comité Ejecutor de Infraestructuras de Zonas Turísticas (Ceiztur), una oficina del ministerio encargada de la construcción de los proyectos. Por último, la DPP también se dedica a la planificación por medio del desarrollo de planes de ordenamiento territorial y normativas que regulen estos destinos, lo que permite priorizar tanto las inversiones públicas como la evaluación de proyectos privados.

X.: Con 48,000 kilómetros cuadrados, la República Dominicana lo tiene todo, como dice el slogan, una diversidad de ecosistemas que se pueden convertir en atractivos turísticos. En este contexto, cuando empezó el desarrollo turístico en los años setenta ya estaban definidos unos polos turísticos. El primero que se desarrolló fue Puerto Plata. Ahora mismo, ¿sigue esa estructura de polos turísticos o se habla de destinos turísticos?

S. P.: Desde hace casi dos décadas se habla de destino turístico. La diferencia no es solamente semántica. El término polo hacía referencia a áreas aisladas dedicadas al turismo de sol y playa, centradas en recibir mayormente visitantes extranjeros. Este es el turismo de enclave que ocupa básicamente la costa y el litoral, y nos dio a conocer como turismo de sol y playa. Ahora, el concepto destino abarca un territorio más amplio, como municipios o regiones enteras, que integran no solo playas y buen clima, sino también aspectos culturales, gastronómicos e históricos. Esto beneficia a las comunidades que ya existían antes del desarrollo turístico o que han crecido informalmente gracias a él.

X.:¿El término destino lo hace más integral?

S. P.: Totalmente. Este enfoque amplía la inversión turística y fortalece la estrategia del Gobierno para que el turismo sea un motor clave del desarrollo. Desde los años setenta hasta finales de los noventa hubo una curva de aprendizaje en cuanto los efectos que el turismo tenía en las comunidades y territorios fuera de los resorts, muchas veces eran negativos.

X.: Ya que hablamos de esa integralidad, ¿cómo se relaciona el tema turismo con ciudad?

S. P.: La nueva ley de ordenamiento territorial consolida los esfuerzos de los ayuntamientos para regular y planificar el desarrollo de cada municipio, que es donde ocurre toda la actividad turística. La relación entre turismo y ciudad radica en crear una experiencia turística integral para visitantes, tanto locales como extranjeros, que conecte con la comunidad del lugar. En planificación, una ciudad es más turística cuando es más habitable. El turismo no es solo una actividad económica, sino un medio para alcanzar objetivos de desarrollo positivo, ampliar la economía más allá de los hoteles y hacer del turismo una actividad transversal que involucra a toda la comunidad. Este es el enfoque del quehacer del Gobierno y del Ministerio de Turismo. La idea de turismo y ciudad es construir el puente a una experiencia y un imaginario cultural dominicano que es riquísimo, que muchísimas veces nosotros los dominicanos no conocemos.

X.: Hablamos no solo de un desarrollo socioeconómico, sino humano integral. Esto convierte al turismo en un instrumento para mejorar el territorio y la comunidad. Anteriormente teníamos un turismo de sol y playa, donde se consumía todo allí, y eso no trae desarrollo económico, ni social, ni cultural, ni nada.

S. P.: Esto se refleja en los estudios de perfiles del turista o nichos que todavía nosotros no hemos consolidado. Por ejemplo, los jóvenes con poder adquisitivo que buscan experiencias auténticas, sostenibles y responsables. Estos viajeros desean ser parte de la solución, y buscan interactuar con las comunidades locales. Un indicador interesante es que no se trata solamente de un turista que puede gastar, sino de una nómada digital, que valora la autenticidad y la inmersión en la cultura local, lo que impulsa la necesidad de diversificar la oferta turística.

X.: Mencionaste la ley de ordenamiento territorial, la 368-22. Teníamos ya planes de ordenamiento territorial turístico. ¿Cómo entran dentro de la ley? Esta ley es simplemente un marco, y ahora se están generando los instrumentos de aplicación.

S. P.: Es importante entender qué es un plan de ordenamiento territorial. En el marco de la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, que ahora se extiende hasta 2040, el ordenamiento territorial es un eje clave junto con el turismo. Este plan prepara el territorio para alcanzar las metas de desarrollo y organizar la infraestructura y el espacio de manera que facilite una mejor convivencia y permita alcanzar los objetivos económicos y sociales del país.

X.: ¿Todo esto es sostenible en el tiempo? El medioambiente en todo esto es muy importante.

S. P.: La planificación es esencialmente ambiental, ya que es la única manera de garantizar la sostenibilidad a largo plazo. Nos estamos diversificando, pero aunque nos diversifiquemos, todo depende de nuestro activo natural del medioambiente, porque se exige energía y agua. Al final del día, siempre es un tema ambiental. Un plan de ordenamiento territorial turístico prepara el territorio para que el turismo sea la principal actividad económica, influye también en las economías colaterales y las comunidades locales. La ley de ordenamiento territorial refuerza los municipios, pero también plantea el reto de entender el papel y el rol de las sectoriales, como turismo, especialmente en un contexto de creciente inversión extranjera en el país. Ahora mismo el interés puesto en la República Dominicana es enorme.

X.: Los diarios reflejan las constantes inversiones de desarrollos inmobiliarios en zonas turísticas, pero a veces se ven proyectos sembrados en un territorio determinado, entonces cómo se relacionan, cómo se va creando esa dinámica de ciudad, de comunidad, cuando tenemos muchos proyectos aislados. En la edición 74 publicamos un reportaje sobre la labor que estaba haciendo el DPP hasta ese momento. Había muchos planes y proyectos que no se habían concretado. ¿En qué están esos planes de ordenamiento que había hasta el 2010? ¿Han surgido otros? ¿Se ha logrado normar alguno de esos sectores o de esos territorios?

S. P.: Existen varias leyes, incluida una de incentivos que declara todo el territorio nacional de interés turístico. Durante el primer año de gestión (2020-2021) enfrentamos la crisis de la pandemia, que demandó la atención del Gobierno y del Ministerio de Turismo. A pesar de las emergencias, la DPP mantuvo su visión a mediano y largo plazo. En 2020 se trabajaron varios borradores de la ley de ordenamiento territorial y se desarrollaron proyectos en Bayahibe, La Caleta, La Romana, Miches y Samaná, un destino clave. En Cabo Rojo se hizo una alianza con el municipio para atender el pueblo y respaldar el esfuerzo público-privado. También se avanzó en el circuito Río San Juan-Cabrera-Nagua, otro tema pendiente por el interés y el cuidado que hay que tener. Puerto Plata está haciendo su propio esfuerzo, nos concentramos en Montellano, que es donde está Punta Bergantín; Miches avanza rápidamente, y en Pedernales hay varias inversiones en curso. Aunque quedan puntos pendientes, además de los planes para ordenar y priorizar la inversión, se ha trabajado todo un portafolio de proyectos de infraestructura y equipamiento.

X.: Hablemos sobre los datos que ustedes han ido procesando, datos base para todos esos planes e intervenciones.

S. P.: Los datos ha sido un punto clave desde el inicio. Primero nos enfocamos en recuperar y organizar la información existente para luego sistematizarla y utilizarla de manera consciente en la toma de decisiones. Esta información nos ha permitido priorizar intervenciones y entender cualitativamente situaciones como la erosión costera. Además, confirma que la República Dominicana es uno de los cinco países que enfrentan más riesgos por el cambio climático, una lista en la que no quieres ver tu país.

X.: Cuando uno ve el mar piensa que es inagotable, pero en las comparaciones anuales de Google Earth se ve que estas playas se han reducido.

S. P.: La República Dominicana es un laboratorio para enfrentar los retos globales en una escala pequeña. Si logramos resolver estos desafíos aquí, podríamos ser un ejemplo para territorios más complejos. Uno de los principales problemas es la erosión costera causada por el aumento del nivel del mar. Y no es solamente arena, es territorio que perdemos. El otro tema es repensar que divide la tierra y el mar, esencial en nuestra condición de isla. Desde una posición de inversión pública y a partir de la información científica hemos desarrollado proyectos para playas y arrecifes afectados por la erosión y la ocupación informal o que desaprovechan paisajes únicos, siempre con el objetivo de proteger su identidad, garantizar el acceso público y sacar el automóvil de la playa. Si los carros flotaran, el dominicano los entraría en la playa.

X.: Y ahí volvemos al tema medioambiental.

S. P.: El aspecto ambiental está ligado a la educación. El diseño y la gestión de estos proyectos también educan al ciudadano. En los frentes marítimos, como el malecón del Distrito Nacional, fue clave el liderazgo del entonces alcalde David Collado. No siempre se presenta la oportunidad de contar con un respaldo político total al enfoque técnico. Cuando David Collado llegó al Ministerio de Turismo, preguntaba: “¿Cuál será el legado?”, y la respuesta fue clara: el frente marítimo que ya habíamos comenzado. En general, vivimos de espaldas al mar y desaprovechamos su potencial, lo que ha llevado a un deterioro ambiental y paisajístico. Sin embargo, hay proyectos en marcha que representan un gran esfuerzo, como el malecón de Pedernales, en proceso de licitación, y el malecón de Samaná, actualmente en construcción. Estos proyectos estatales son complejos, ya que el sector de la ingeniería está más acostumbrado a grandes obras de puentes y carreteras y tiene menos experiencia en la creación de espacios públicos en áreas sensibles. Ha sido una curva de aprendizaje interesante.

X.: ¿Cuál ha sido la recepción de la comunidad en los sitios donde ya se han implementado estos proyectos?

S. P.: La mayoría de las comunidades solicitan estos proyectos después de ver los resultados en otros lugares. Ya hemos entregado proyectos en Guayacanes, Las Galeras y Caleta de La Romana, y actualmente estamos trabajando en Caleta de las Américas y parte del malecón de Santo Domingo Este. Caleta de las Américas es una entrada y salida importante de la ciudad, tiene un gran valor cultural, histórico, arqueológico y natural. Hemos colaborado con arqueólogos debido al descubrimiento de restos indígenas. Se reorganiza el espacio público para esa comunidad, incluyendo el área de taxis y renta de automóviles. También incluye un paseo nuevo por el borde marítimo hasta el aeropuerto, con los tótems de los países de la región.

Tenemos una serie de proyectos de playas y malecones en desarrollo. Además, se cuenta con un fondo de cooperación técnica del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que fue aprobado el año pasado. Este financiamiento de 70 millones de dólares permitirá ejecutar un ambicioso proyecto de gestión costera sostenible en unas 25 playas dominicanas. Se están haciendo grandes esfuerzos para crear una unidad de estructura independiente que permita implementar mejores prácticas en la ejecución de estos proyectos.

Hemos enfrentado retos, especialmente con líderes comunitarios para quienes el cambio es difícil o están en contra. Un proyecto particularmente controvertido ha sido el de Sosúa, que no solo implica una reingeniería física, sino también social. La playa de Sosúa es un espacio complejo y hemos recibido mucho rechazo, ya que a veces se percibe la intervención arquitectónica como algo negativo. En la playa de Sosúa se dan muchas cosas impensables. Este proyecto ha fracasado en el pasado, pero esta vez no retrocedimos. Contamos con un equipo especializado en negociaciones sociales y hemos tenido que respetar la capacidad de carga de la playa y determinar hasta dónde se puede usar para ciertas actividades económicas.

X.: ¿Cuáles son los desafíos en cuanto al turismo en la República Dominicana?

S. P.: El turismo debe verse como un medio, e incluso un pretexto, para impulsar cambios y fomentar la inversión pública en áreas con déficit, como el alcantarillado, la iluminación, la seguridad y la protección de playas y otros activos naturales y culturales. Cada proyecto entregado incluye capacitación básica para quienes lo gestionarán, además de acceso a financiamiento. Hay un entendimiento más allá de la parte física de la arquitectura. Es crucial contar con una política pública que involucre a la comunidad en su gestión.

Por otro lado, tenemos el reto de ordenar la creciente inversión privada, que ha pasado de 400 proyectos sometidos para aprobación a 988. El verdadero desafío radica en coordinar esa inversión privada con la inversión pública en curso. Al mismo tiempo debemos capacitar a nuestras comunidades para que aprovechen estas inversiones de la mejor manera posible, proteger el medioambiente y los sistemas naturales de los que dependen tanto las inversiones privadas como públicas, y conservar la esencia de lo que somos como país.


Shaney Peña Gómez es arquitecta, urbanista y paisajista. Egresada con honores de la Escuela de Arquitectura de la UNPHU en 2003, realizó estudios en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallés y obtuvo un magíster en Arquitectura del Paisaje y Diseño Ecológico de la University of Illinois at Urbana-Champaign. Ha trabajado en prestigiosas firmas como HOK Planning Group, Ja’el García y Asociados, y Sasaki Associates. Además, ha ocupado cargos en el sector público en el Ayuntamiento del Distrito Nacional. Actualmente es becaria del programa The Loeb Fellowship de la Escuela de Graduados de Harvard y dirige la Dirección de Planificación y Proyectos (DPP) del Ministerio de Turismo de la República Dominicana.

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