Creado en los años 70, el Jardín Botánico Nacional es uno de los patrimonios más valiosos de Santo Domingo. Más que un parque, es un espacio para la educación ambiental, refugio de biodiversidad y pulmón urbano esencial ante la pérdida de áreas verdes y el cambio climático. Cuidarlo es clave para la sostenibilidad y el bienestar colectivo.
Durante los años 70, bajo los mandatos presidenciales de Joaquín Balaguer, Santo Domingo experimentó una transformación urbana acelerada. Entre 1966 a 1978, la población pasó de 400 mil a 1.2 millones de habitantes. En medio de ese crecimiento demográfico y una expansión urbana muchas veces desorganizada, se impulsó una política que buscaba dotar a la ciudad de grandes pulmones verdes. Inspirado por ciudades como Madrid, París o Nueva York, y por el pensamiento moderno del paisajismo —con referentes como Frank Lloyd Wright y Burle Marx— se consolidó una red de parques urbanos: Mirador Sur (1970), Centro Olímpico (1974), Zoológico Nacional (1975), el Jardín Botánico Nacional (1976), el Mirador del Este (1978) y los parques del litoral, como La Caleta.

Estos parques respondían a una visión que combinaba desarrollo urbano con calidad ambiental y educación ciudadana. Según datos expuestos en su momento por el arquitecto paisajista Manuel Valverde Podestá, la creación de este sistema, que abarcaba unos 11 millones de metros cuadrados de áreas verdes, permitió que el promedio de área verde por habitante pasara de 3.6 m² a 13 m² en esa época. (Parques ecológicos RD, “Historia del verde en Santo Domingo”, M. Szabó)
Más allá de su valor paisajístico y recreativo, estos parques cumplen funciones ecológicas, sociales y urbanísticas esenciales: conservan biodiversidad, filtran aire y agua, amortiguan el ruido urbano, promueven la salud física y mental, y sirven como espacios de cohesión social y educación ambiental. Además, constituyen infraestructuras verdes críticas que ayudan a mitigar los efectos del cambio climático.
En el contexto actual, donde la expansión urbana continúa sin una adecuada planificación y las inversiones en áreas verdes no acompañan el crecimiento vial, estos parques son más necesarios que nunca.

El Jardín Botánico Nacional: un paraíso urbano
El Jardín Botánico Nacional Dr. Rafael M. Moscoso, inaugurado en agosto de 1976, es uno de los legados más significativos del sistema de parques desarrollado en Santo Domingo durante la década de 1970. Con una extensión de dos millones de metros cuadrados, fue concebido como un museo vivo de la flora tropical y exótica de la isla Española. El proyecto fue diseñado por el arquitecto Benjamín Paiewonsky —con una visión profundamente educativa, científica y paisajística— y ejecutado por el ingeniero Joaquín Ruiz.

Desde su creación, el Jardín ha ofrecido a la ciudadanía una experiencia única de inmersión en la biodiversidad botánica del país y del trópico. A diferencia de los jardines formales tradicionales, su trazado responde al concepto de “Paraíso”: un lugar donde plantas de diversas especies crecen juntas, siguiendo el orden espontáneo de la naturaleza, pero bajo la intervención sabia del ser humano. Este enfoque se materializa en senderos integrados a la topografía, paisajes variados y zonas especializadas.

Entre sus espacios más destacados se encuentran:
- El Pabellón de Plantas Acuáticas, que exhibe más una amplia diversidad de especies palustres, flotantes y sumergidas, creando hábitats donde conviven flora e ictiofauna, sirviendo como un laboratorio natural para la educación ambiental.
- El Herbolario, destinado a la enseñanza sobre plantas medicinales, tóxicas y ornamentales, con énfasis en la prevención de intoxicaciones y el conocimiento tradicional.
- El Arboretum, que reúne especies arbóreas nativas y exóticas para su estudio fenológico, educativo y de conservación.
- La Gran Cañada, eje ecológico y estructural del parque, que recoge aguas pluviales y crea un microclima que favorece la biodiversidad en su recorrido hasta el río Isabela.
- El Jardín Japonés, un oasis de contemplación diseñado por el paisajista Mamoru Matsunaga, que representa la fusión entre culturas y el valor de la armonía en el paisaje.

En décadas más recientes, el Jardín se ha enriquecido con nuevos espacios educativos e interpretativos:
- El Sendero Educativo, que presenta la historia de la flora precolombina y las especies introducidas después del 1492, explicando cómo estas configuran hoy la mayoría de la flora dominicana.
- El Mariposario, donde se muestra el proceso de metamorfosis de las mariposas, su cuidado, reproducción y su estrecha relación con las plantas.
- El Pabellón de Helechos, que alberga el hermoso proyecto expositivo «El hecho de ser helecho», con una amplia variedad de especies y un enfoque didáctico sobre su valor ecológico.

Además, el parque cuenta con pabellones bromelias, orquidiarios, espacios de exposición, cafeterías, zonas de recreo, viveros y salones de actividades. Su emblema —la hoja de “guanito” (Coccothrinax argentea), palma endémica de la flora de la isla— es símbolo de identidad y orgullo nacional.
El Jardín no solo conserva especies —algunas endémicas y otras en peligro—, sino que también forma ciudadanos conscientes del valor de la naturaleza. Su función educativa, científica y social lo convierte en una infraestructura esencial para la sostenibilidad urbana.

En la actualidad, se ha generado preocupación por la posibilidad de que futuras intervenciones viales en los alrededores del Jardín Botánico puedan comprometer parte de su territorio. Aunque no se conocen aún los detalles específicos de ninguna propuesta, es importante advertir que cualquier intervención de este tipo, por mínima que parezca, tendría un impacto sobre un ecosistema consolidado, una infraestructura verde insustituible y un legado urbano de alto valor ambiental y cultural.
Frente a esta posibilidad, conviene recordar el espíritu con el que fue concebido: un espacio donde el conocimiento, la contemplación y la biodiversidad conviven para beneficio de toda la sociedad. Como expresó su creador, Paiewonsky: “el jardín se diseñó pensando que a través de la educación y dando a conocer lo que tenemos, el pueblo concientizado lo protegería, lo defendería”. (La Ciudad del Ozama, E. Pérez Montás)
Cuidar este parque no es solo conservar árboles: es defender el derecho a una ciudad más habitable, más justa y verde.

Memoria del Jardín Botánico.
Carta y testimonio del arquitecto Benjamin Paiewonsky Batlle remitida al arquitecto Eugenio Pérez Montás el 13 de abril de 1998 y publicada en el libro La Ciudad del Ozama.
«Adjunto te incluyo la Memoria del año 80 del Jardín Botánico, la cual explica las funciones primordiales básicas que se tomaron en consideración para desarrollar el proyecto Jardín Botánico Nacional. Creo será tú principal referencia en este asunto. Al mismo tiempo te daré algunos datos de cómo surgió el proyecto:
En el año 1971 el entonces Presidente de la República Dr. Joaquín Balaguer me mandó a buscar a través del ingeniero Bisonó para unos trabajos en la urbanización Los Jardines. Después de comenzados estos trabajos, se me solicitó diseños para un Jardín Botánico en la ciudad de Santo Domingo y para dichos fines se me insinuó viajar a varios países a estudiar los existentes. Mi respuesta fue la siguiente: estudiaré qué necesita el país en cuanto a botánica y ecología y posterior a este estudio y diseño visitaré algunos jardines botánicos a observar en caso de que hubiese necesidad de implementar algo más.
Al menos, salvo la evolución normal de toda institución, los cambios que se han efectuado son los previstos. El área del Jardín Botánico fue implementada en un polvorín militar donde por lo menos existía una porción de terreno con la vegetación primaria y otras con secundaria y terciaria.
El tipo de diseño implementado en las áreas de jardín, es Paraíso, «lugar del mundo donde todas las plantas del mundo crecen una al lado de la otra, jardín salvaje en toda su magnificencia y color”. Un jardín siguiendo los lineamientos de la naturaleza, pero donde se ve que está involucrada la mano del hombre.
El Jardín Botánico se diseñó pensando que a través de la educación y dando a conocer lo que tenemos, el pueblo concientizado lo protegería, lo defendería.»