Sánchez 153

Sánchez 153 es una intervención que trasciende la simple rehabilitación edilicia. Como ejercicio de lectura crítica, diseño responsable y sensibilidad urbana, apuesta por la vivienda como motor de regeneración urbana.

En la Ciudad Colonial, entre el patrimonio y las presiones inmobiliarias, este proyecto demuestra que la arquitectura puede abrir nuevas lecturas sobre la ciudad histórica.

Se convierte así en una pieza que actualiza un inmueble de 1956 a los códigos sísmicos vigentes, refuerza la oferta habitacional y aporta una fachada contemporánea y respetuosa en el corazón de una ciudad que cada vez más tiene cosas que contar.

El proyecto se ubica en la calle Sánchez, en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La edificación, construida en 1956, se encontraba en estado de abandono al momento de su adquisición en 2019. Aunque no posee un gran valor arquitectónico en sí misma, su ubicación en un entorno de alto valor histórico implicó significativas responsabilidades de intervención desde el punto de vista urbano, patrimonial y social.

El proyecto parte de una estrategia de revalorización y recuperación que va más allá de un ejercicio de restauración. Además de mejorar las condiciones del inmueble en sí, la intervención actúa como catalizador urbano y aporta legibilidad, porosidad y revitalización a una cuadra que demanda propuestas integradoras. Se trata de una apuesta por la vivienda urbana como instrumento de activación del centro histórico.

El tratamiento de la fachada principal constituye uno de los ejes conceptuales del proyecto. A partir de una cuidadosa lectura de las preexistencias y de las normativas urbanas, así como de un estudio morfológico de edificaciones similares dentro del perímetro histórico, se formuló una estrategia que evita los lenguajes tradicionales caracterizados por un uso excesivo de la herrería como elemento de seguridad. En su lugar, la fachada de Sánchez 153 plantea una secuencia de capas compositivas que define su relación con la calle. El primer plano lo conforman puertas de celosías de madera, elementos ampliamente utilizados en la arquitectura colonial caribeña. A continuación se dispone una herrería mínima en los balcones para protección y, finalmente, terrazas que conectan el inmueble con el exterior. El uso de calados artesanales en la escalera aporta textura, iluminación y ventilación al conjunto.

Este orden jerárquico ofrece una lectura tridimensional poco común en la Ciudad Colonial, con profundidad visual, ventilación cruzada y luz natural. El uso extensivo de la madera, tanto como filtro solar y visual cuanto como elemento de referencia histórica, se convierte en el hilo conductor del lenguaje arquitectónico. Así, el volumen deja de ser una superficie plana para convertirse en una fachada tectónica y dinámica en constante diálogo con el espacio público.

El edificio se estructura en cuatro niveles más azotea, con un programa exclusivamente residencial: un apartamento por planta, cada uno con dos habitaciones, un estudio y amplias áreas comunes. Desde la calle se accede a un vestíbulo cuya materialidad revela las intervenciones de distintas épocas. El apartamento del primer nivel integra una terraza ajardinada con un árbol preexistente y una piscina de inmersión [plunge pool], es un espacio que funciona como extensión del ámbito público hacia la vivienda y amplía la experiencia urbana en el interior.

El proyecto destaca la amplitud espacial y evoca las antiguas casas coloniales en las que la vida familiar, la hospitalidad y el encuentro intergeneracional eran protagonistas. Los apartamentos incorporan balcones frontales que fortalecen la relación con el entorno y activan la fachada como elemento participativo. En el cuarto nivel se dispone una unidad más compacta, con una habitación, un estudio y acceso exclusivo a la azotea, concebida como quinta fachada. Desde allí se obtienen vistas privilegiadas hacia hitos patrimoniales en un espacio que funciona como terraza recreativa y como mirador urbano, que integra la vida hogareña a la percepción del entorno histórico.

La estrategia espacial general se apoya en una premisa clara: maximizar la habitabilidad a partir de la simplicidad estructural, la iluminación natural y la ventilación cruzada. La porosidad del edificio resulta de las decisiones estructurales adoptadas para cumplir con las normas sísmicas actuales.

Uno de los gestos más significativos es la recuperación del patio interior, elemento vertebrador de la tipología colonial y moderna tropical. Desarrollado con toda la altura de la edificación, se convierte en el núcleo simbólico y climático que genera un microclima favorable en todos los niveles: aporta luz y ventilación, extiende el estar-comedor y diluye los límites entre interior y exterior. La materialidad y vegetación refuerzan la experiencia sensorial del habitar, y recuerda que la arquitectura tropical debe ser permeable, viva y adaptable.

El proyecto adopta una materialidad sobria y contemporánea, en sintonía con su contexto. Madera, hormigón pulido, calados artesanales y vegetación se integran como recursos expresivos y responden a criterios estéticos y funcionales que privilegian durabilidad, bajo mantenimiento y atemporalidad.

En el mobiliario se planteó una cuidadosa curaduría que combina piezas contemporáneas de manufactura local con diseños de líneas limpias y proporciones generosas. Se evitó tanto la sobredecoración como la estandarización, con espacios que reflejen la identidad de distintos usuarios sin perder unidad conceptual. Los complementos decorativos, seleccionados con el mismo rigor, incorporan piezas de artistas emergentes y referencias sutiles a la historia cultural del entorno. Estas decisiones enriquecen la narrativa del proyecto y fomentan un diálogo respetuoso con la memoria del lugar.

En definitiva, se trata de un proyecto que rescata a través de la arquitectura el acto de habitar como experiencia compleja, íntima y colectiva a la vez, una propuesta que se mimetiza con un entorno comprometido con la historia, pero sobre todo con un ciudadano que apuesta por vivir la ciudad de manera más urbana.

  • Plantas arquitectónicas del primer y cuarto nivel, y sección

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