Ante el anuncio de la cuarentena el 19 de marzo de 2020, las instituciones académicas desarrollaron estrategias para garantizar la continuidad del servicio educativo en una situación que se preveía que no iba a ser tan corta como el plazo inicial lo anunciaba.
El fenómeno de la masificación improvisada de la enseñanza virtual que se ha producido en estos momentos ha presentado oportunidades y amenazas, lo que sí se ha demostrado es que estábamos más preparados de lo que sabíamos para afrontar este reto. El diálogo con colegas docentes de diferentes universidades permitió que nos retroalimentáramos sobre los métodos, plataformas tecnológicas, planificación y otros aspectos que permitieran afrontar la nueva realidad. A tres semanas del inicio de la cuarentena, la docencia se impartía de modo efectivo en un 70 %. En un proceso de ensayo-error y de retroalimentación con los estudiantes, todos hemos ido aprendiendo en el camino, a una gran velocidad.
Dos factores han sido importantes en este éxito relativo que está teniendo la Escuela de Arquitectura de la UASD en este proceso de enseñanza virtual. El primero es la estrecha relación entre la arquitectura y la tecnología, lo que hace que los arquitectos docentes se sientan cómodos con herramientas tecnológicas. El segundo factor es la presencia significativa de docentes jóvenes, nativos digitales en su mayoría, que de alguna manera han servido de impulso al resto de la escuela.
Pero no todo es color de rosa, también se han presentado inconvenientes como el dominio desigual de la tecnología por parte de los docentes, casi nadie estaba capacitado para pasar de repente a la docencia virtual, que conlleva procesos muy distintos a la presencial. Otro factor que de cierto modo conspira contra el logro de los objetivos (a mi juicio el más difícil de salvar) es que no todos los alumnos tienen acceso efectivo a la tecnología, especialmente a un servicio de internet de calidad, ya que muchos tienen internet de mala calidad e inconstante.
Hay que diferenciar entre las asignaturas teóricas, que se han podido adaptar mejor a la educación a distancia gracias a la plataforma Zoom, y las asignaturas prácticas. En las prácticas se ha presentado el inconveniente de la falta de materiales gastables en la casa, lo que ha hecho surgir la creatividad con el reciclaje de materiales, se ha cambiado la escala habitual y sobre todo se trabaja mucho más los aspectos conceptuales que las habilidades manuales, que luego habrá tiempo de pulirlas.
Obviamente tenemos debilidades, pero sin ninguna duda la experiencia con mis estudiantes es que en este modelo de educación se apropian mejor de los contenidos y hasta son más participativos. No hay que olvidar que esta generación está mas habituada a las pantallas que a los libros y los cuadernos. No peco si digo que el celular, las tabletas, laptops y PC son su ambiente natural, ahí subyace la explicación de la buena respuesta que vamos teniendo. Lo que ha hecho la cuarentena es llevar la educación a su medio natural, por eso tantos se sienten tan cómodos, sobre todo si la tecnología que estamos usando les permite volver a ver los temas tratados cuando quieran y cuantas veces quieran, esos son ellos: la generación Z.
Testimonio > La escuela con las clases virtuales
Por: Luis Sabater Musa, arquitecto, docente de la PUCMM
Ganas de aprender no faltan, tampoco las ganas de enseñar. Todos hemos migrado al aula virtual sin titubeos y sin interrumpir nuestra labor. En medio de tantos cambios inesperados, de incertidumbres y esperanzas, gira inexorable el engranaje académico, brindando luz y edificando como siempre.
Mientras una buena conexión a internet y un ordenador personal se convierten en las nuevas llaves de la enseñanza, no nos queda más que esperar que el acceso a estos recursos no sea otra razón de segregación social. Necesitamos el apoyo de nuestras instituciones y empresas de telecomunicaciones. Se necesitarán facilidades y mecanismos para acceder a estos recursos que de otra forma solo serían lujos y privilegios inalcanzables para muchos que también merecen la oportunidad de crecer. Hoy por el Covid-19, mañana por cualquier otra razón.
La academia ha reafirmado nuestra confianza y capacidad de afrontar retos venideros, de adaptarnos y vencer. Ha servido de remanso, y nos ha llenado de alegría ver a nuestra juventud con ganas de crecer, sin importar barreras. De igual manera, surge un profundo agradecimiento por los maestros, llenos de ganas y amor por enseñar.