Las modernas instalaciones del Museo de las Atarazanas Reales de la Ciudad Colonial de Santo Domingo recrean la actividad marítima de los naufragios sucedidos en torno a la isla de Santo Domingo entre los siglos XV y XIX y muestran una parte de la valiosa colección de patrimonio cultural subacuático nacional. La apertura del museo también supuso la restauración del monumento arquitectónico de las Atarazanas Reales del puerto de Santo Domingo, edificación colonial del siglo XVI de gran belleza y una de las pocas de esta tipología que se mantienen en pie.
La arqueología subacuática es una disciplina científica relativamente moderna, desarrollada tras los grandes avances de los equipos de buceo que se dieron durante la Segunda Guerra Mundial. Desde los años setenta, en la República Dominicana se vienen haciendo trabajos de rescate de naufragios de forma sistemática y pionera en toda América Central y el Caribe: desde antiguas naos de los primeros navegantes europeos del siglo XVI hasta navíos de guerra hundidos en medio de los conflictos militares del siglo XIX, pasando por galeones cargados de plata americana, navíos de transporte de mercurio y barcos de conocidos piratas. Este es el contenido del Museo de las Atarazanas Reales de Santo Domingo (MAR), una colección única en el mundo procedente de una docena de naufragios históricos ocurridos en las aguas del litoral dominicano.
El museo forma parte del proyecto de modernización de museos ejecutado por el Programa de Fomento al Turismo de la Ciudad Colonial y que realiza el Ministerio de Turismo con la financiación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La labor de exploración y rescate realizada por la República Dominicana comenzó formalmente en 1979, cuando la Presidencia de la República creó la Comisión de Rescate Arqueológico Submarino, con sede en el Museo de las Casas Reales, coordinada por el arquitecto Pedro J. Borrell, quien se ocupaba de velar por que las compañías de rescate cumplieran su parte del contrato, incluyendo el que un funcionario del Estado las acompañase en cada intervención, y también que los trabajos y los inventarios de los bienes rescatados fueran publicados para dar a conocer los resultados al colectivo científico y al público en general.
Los restos recuperados en estas primeras intervenciones formaron parte de la colección permanente expuesta en el Museo Naval de las Atarazanas Reales. Hoy, el Laboratorio de Patrimonio Cultural Subacuático del Ministerio de Cultura dominicano custodia más de cien mil objetos históricos procedentes de los distintos naufragios; una parte se expone en el Faro a Colón y otra en el nuevo Museo de las Atarazanas Reales. Todos estos objetos constituyen la colección más importante de América —tanto en calidad y variedad como en cantidad de piezas— y, sin duda, una de las más importantes del mundo.
La museografía
Dado el valor histórico de la edificación, el diseño de la museografía fue pensado para no afectar ninguno de sus elementos. Para las divisiones de los ambientes y vitrinas se optó por un sistema de paneles autoportantes con la altura adecuada para no interferir con la apreciación del espacio. La museografía se estructura a partir de un eje más alto que organiza todos los espacios.
Al ser un museo de experiencias más que de colección, la narrativa de la museografía está basada en un tema de condición humana, el de los naufragios. Las colecciones del patrimonio subacuático acompañan la historia de 12 naufragios a lo largo de cuatro siglos, desde el siglo XV hasta principios del siglo XVIII.
En cuanto al diseño gráfico, la información del museo se brinda en tres niveles: uno general, con paneles grandes; el segundo ofrece una lectura más detallada y se realiza a partir de pantallas con audiovisuales y tabletas que permiten ampliar la información, y un tercero, a menor escala, dentro de las vitrinas.
El punto de partida del recorrido del museo es una sala que ofrece una visión general del litoral dominicano y los principales naufragios históricos presentes en las siguientes salas de exposición.
El primer ámbito del siglo XV está constituido por el encallamiento de la Santa María, el primer naufragio histórico de la isla. En el ámbito siguiente, las vitrinas muestran instrumentos de navegación y objetos obtenidos de naufragios de los siglos XV y XVI, con objetos mayas y de otras civilizaciones que evidencian el intercambio comercial y cultural de la época. El panel del ámbito correspondiente al siglo XVII explica el concepto de comercio global que ilustra la ruta de Manila, del oeste de América hacia Asia, con flotas que incluían hasta 30 navíos.
La siguiente sala corresponde al siglo XVIII y está pensada para recuperar la noción del edificio a través del anforario.
La siguiente sala contiene la colección más importante del museo, la cual proviene del naufragio de los navíos de azogue de 1724, formado por los navíos Nuestra Señora de Guadalupe y San Antonio y el Conde de Tolosa.
El siguiente ámbito está basado en los conflictos políticos del siglo XVIII que se generan en Europa y se desarrollan en el Caribe, mientras que la penúltima sala presenta una recreación a escala real del interior del Nuestra Señora de Guadalupe y San Antonio basada en los datos proporcionados por las investigaciones históricas y arqueológicas. El especialista en construcción naval antigua Cruz Apestegui y el arquitecto Carlos Barrot crearon en esta sala un fragmento de las dos baterías artilleras del Nuestra Señora de Guadalupe y San Antonio. Cada pieza ha sido elaborada siguiendo las directrices de los tratados y las ordenanzas de construcción de la etapa de transición entre los siglos XVII y XVIII. La última sala del museo estará dedicada a exposiciones temporales, actualmente la exhibición Del Agua al Museo representa la actividad que se realiza en un laboratorio de conservación y restauración, y muestra también algunos de los equipos de inmersión y prospección subacuática más habituales: botellas de aire comprimido, reguladores, máscaras de buceo, torpedos de propulsión y equipos de video y fotografía submarina.
Hoy en día, los vestigios de los múltiples naufragios históricos, desde el primero del siglo XV hasta los de muy entrado el siglo XIX, convergen en la prodigiosa muestra de bienes culturales procedentes del fondo marino que ofrece el MAR.
«Las atarazanas de Santo Domingo son un monumento de primer orden que, además de su importancia para la historia naval de España, transmite la sensación particular que siempre emana de las grandes construcciones que atestiguan el señorío del mar» (Erwin Walter Palm).
Museo de las Atarazanas Reales (2019)
- Por el Ministerio de Turismo: Lic. Francisco Javier García, ministro de Turismo
- Coordinadora general del Programa Fomento al Turismo CCSD: Arq. Maribel Villalona Núñez
- Coordinador del componente Oferta Turística Clave: Arq. Wilfredo Feliz
- Por el Ministerio de Cultura: Arq. Eduardo Selman, ministro de Cultura
- Directora general de Museos: Arq. Ana María Conde
- Director de la Oficina Nacional de Patrimonio Cultural Subacuático (ONPCS): Arq. Juan López
- CONSULTORES PFTCCSD - MITUR:
- Restauración del inmueble:
- Anteproyecto: Wilfredo Féliz y Alejandro Suárez, PFTCCSD
- Arqueología: Francisco Coste
- Ejecución: Grupo Técnico de Ingeniería, Arquitectura y Restauración, Esteban Prieto
- Supervisión de obra: Mauricia Domínguez
- Colaboración: Equipo técnico de la Dirección Nacional de Patrimonio Monumental
- Restauración de bienes:
- Proyecto de conservación de bienes culturales subacuáticos: Isabel Brito
- Técnicos de ejecución del proyecto:
- Restauración de bienes: Francis Soto, director técnico ONPCS, y Francisco Cornier, especialista restaurador ONPCS
- Museografía:
- Gerencia del proyecto: Alexy Cordones
- Diseño: Hidria-Reinadecorazones
- Asesoría en construcción naval: Cruz Apestegui
- Audiovisuales: Green Musa Factory
- Plan de gestión sostenible del museo: Eduardo Lafforgue
- Colaboración: Pedro Borrell y equipo de historiadores del Archivo General de la Nación