El rescate de las cubiertas del Panteón de la Patria

La obra de rescate de las cubiertas del Panteón de la Patria, antiguamente Iglesia de los Jesuitas, forma parte del Programa de Restauración de Cubiertas y Adecuación de Edificaciones de la Ciudad Colonial realizado por el Ministerio de la Vivienda, Hábitat y Edificaciones (Mivhed). El inmueble gravemente afectado por los factores climáticos, la falta de mantenimiento y las reparaciones inadecuadas fue intervenido en un cuidadoso proceso de saneamiento y reparación que incluyó la remoción de capas de impermeabilizante de lona asfáltica, reparación de grietas y superficie, limpieza general y sustitución de ladrillos.

Los edificios más representativos del espacio fundacional de la ciudad de Santo Domingo tienen varios siglos de permanencia en el perfil urbano. Están acompañados de una pátina de memorables episodios, propios de una ciudad con suficiente historia valiosa. Para garantizar su integridad se necesita una constante revisión de las señales que determinan esas amenazas, accionar con presteza ante ellas y promover el buen uso de sus instalaciones. Luego del proceso de rescate de esos inmuebles —desarrollado desde el último tercio del siglo XX—, la conciencia de su conservación se ha incrementado y hoy son piezas imprescindibles de la identidad de los dominicanos. Ante el incremento de visitantes que se sienten atraídos por la riqueza arquitectónica de la primera ciudad de América, la atención se centra en esos inmuebles que forman parte de la primera historia del continente a partir de la relación con Europa, a finales del siglo XV.

Los edificios de Santo Domingo del período español, cuya escala y calidad constructiva asombran, concentran el mayor interés; es imprescindible garantizar su permanencia y llevarlos hacia nuevos usos propios de la contemporaneidad. Sin embargo, las acciones de conservación no siempre han sido constantes; algunos períodos recientes han mostrado un descenso de las inversiones a favor del patrimonio construido, lo cual ha provocado un cúmulo de necesidades.

Una de las más peligrosas amenazas que penden sobre los inmuebles históricos ha sido el agua de lluvia, tan esencial como dañina para la conservación, con sus numerosas consecuencias que van más allá de la caída de agua a través de las cubiertas o la ascendencia desde el subsuelo.

Los técnicos acuden al ensayo y error para determinar las mejores prácticas según la particularidad de cada caso. Esto requiere tiempo para probar, corregir y solicitar ajustes, cosa que no siempre se tiene en centros históricos de poco financiamiento y de grandes necesidades.

En el caso particular de los inmuebles civiles y religiosos más emblemáticos de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, se han aplicado soluciones inmediatistas en épocas recientes para frenar las infiltraciones de agua de lluvia desde las cubiertas. En la mayoría de los casos se ha optado por colocar capas de lonas asfálticas sobre bóvedas de ladrillos antiguos, con efectos nocivos para la cubierta cuando vence la efectividad de ese sistema industrializado.

Uno de los inmuebles intervenidos dentro del Programa de Restauración de Cubiertas y Adecuación de Edificaciones de la Ciudad Colonial ha sido la antigua iglesia de san Ignacio de Loyola, de la Compañía de Jesús, ubicada en la calle Las Damas de la Ciudad Colonial, convertida en Panteón de la Patria mediante la ley No. 4463 del 2 de junio de 1956, que fue inaugurado como tal el 16 de agosto de 1974.

Las paredes y los pavimentos interiores mostraban señales de humedad. En el exterior de la cubierta se detectó un problema de implicaciones profundas, con capas de material de relleno, breas asfálticas y remanentes de antiguas lonas que habían formado una mezcla difusa que ya se había adherido al material original de las bóvedas.

Durante el proceso surgieron complicaciones importantes: gran parte de los ladrillos originales habían sufrido pérdida de material mientras otros se habían impregnado profundamente de brea negra.

Hubo que determinar los puntos más afectados y quitar los ladrillos para retirar el material base original, limpiar y secar, y luego aplicar un nuevo material para la colocación de los ladrillos, en base de cal hidratada. Todas las juntas de los ladrillos fueron removidas mediante una labor manual tediosa, para luego insertar las lechadas de cal hidratada en varias etapas, antes de colocar la última capa de las juntas.

El proceso final fue la aplicación de un material repelente contra el agua, aplicado con brocha en dos capas, y luego de varios días la aplicación adicional de dos capas con rolo. Para la selección del material repelente contra el agua fue necesario consultar fichas técnicas e investigar experiencias fuera del país.