El dibujo a mano alzada está vinculado con los procesos del pensamiento visual, función psicológica que propicia la coordinación de imágenes por medio del dibujo libre. En la fase inicial de diseño, el pensamiento visual hace visible el futuro resultado de la actividad proyectual arquitectónica. Dotado de una sensibilidad enriquecida en tiempos de significativos cambios tecnológicos, el dibujo a mano alzada se reposiciona como herramienta de gran poder expresivo de la intención del diseño.
Al abordar el tema del dibujo a mano alzada en la fase de concepción arquitectónica y su pertinencia en el ámbito académico y profesional actual, surgen las siguientes preguntas: ¿A qué proceso mental está vinculada la actividad de representación gráfica en la fase conceptual del proceso de diseño? ¿Se verifica alguna diferencia en la fase inicial del proceso de diseño si se usan medios manuales o digitales? ¿Cuál es la incidencia de las representaciones conceptuales iniciales en el resultado arquitectónico?
Para responderlas, recurrimos a la revisión de la literatura y de investigaciones recientes con el objetivo de describir los procesos mentales que intervienen en el acto de dibujar y de reconocer en la imagen final del proyecto los bocetos iniciales.
Al dibujar, se ejecuta un diálogo entre la mente y la mano en el que intervienen memoria y pensamiento, connotación y denotación, análisis y síntesis, concepción e imaginación. Todas estas operaciones forman parte del proceso mental conocido como pensamiento visual.
El dibujo a mano alzada, en su calidad de herramienta de pensamiento visual, es el proceso cognitivo más útil en la exploración de las relaciones espaciales.
Entre las funciones del dibujo a mano alzada, se destacan la oportunidad de elaborar un significado personal de comunicación visual, gestionar los pensamientos y las decisiones, controlar la línea y su connotación, comunicar las características y los aspectos espaciales de los elementos y sus vacíos, captar la geometría, acotar la realidad, analizar las formas y expresar la intuición e intención del diseño (Rubin, 1986; Delgado y Redondo, 2011).
El ejercicio del dibujo libre facilita la comprensión de las múltiples interrelaciones del paisaje urbano con sus subyacentes connotaciones históricas, culturales, sociales, económicas y políticas. En el ámbito académico, se establece que la capacidad de expresarse a través del dibujo es una competencia específica del arquitecto que define su identidad y su perfil profesional.
Varios estudios han comprobado que los medios digitales son más ventajosos en el desarrollo del documento ejecutivo del proyecto de diseño, mientras que las representaciones manuales son más propicias en la fase conceptual del diseño.
El boceto constituye el primer esbozo encaminado a expresar una idea, una intencionalidad. Dotado de una sensibilidad enriquecida, sirve de medio de comunicación con uno mismo y los demás, y constituye el germen de la respuesta de diseño, la génesis de la forma arquitectónica y urbana.