El “verticalismo” de Santo Domingo no ha hecho más que empezar. Estamos viviendo un vertiginoso proceso de transformación en el que al crecimiento horizontal urbano se le integra el vertical. Este proceso comporta nuevos elementos e importantes variables en la forma de pensar y construir la ciudad, reflexión a la que arquitectos, urbanistas, desarrolladores y autoridades debiéramos estar avocados. Es necesario que las buenas experiencias del negocio inmobiliario sean repensadas con el objetivo de equilibrar los intereses particulares con los comunitarios y lograr modelos de gestión urbana que permitan vislumbrar un futuro más promisorio para nuestra ciudad.
En los últimas cuatro décadas, Santo Domingo ha presentado un crecimiento físico importante. Este crecimiento a lo largo del litoral sur (desde Haina hasta Boca Chica) estuvo inducido en la década de los setenta por el trazado de las grandes avenidas y conexiones urbanas y el sistema de parques, lo que tuvo como consecuencia lógica la expansión de los sectores residenciales que han causado el desborde de los límites urbanos.
En este proceso de acelerada urbanización, no solo se han transformado las tipologías arquitectónicas, características formales y tecnologías constructivas, sino también el perfil de la ciudad. La densificación de las áreas centrales con edificios de mediana altura, torres residenciales, administrativas y de uso mixto, en la que se integran usos comerciales, ha transcurrido con una ausencia de planificación y debilidad institucional, predominando la improvisación, la presión inmobiliaria, orientada a lograr la máxima rentabilidad económica, y los intereses particulares de promotores privados en la determinación de las pautas de este desarrollo. Muchas de las unidades territoriales que se caracterizaban por una unidad formal con características ambientales de valor ciudadano experimentan en la actualidad modificaciones que van en detrimento de su propia naturaleza. Otras zonas con un gran potencial de crecimiento, como los barrios de la zona norte, han permanecido olvidadas y fuera de la apetencia de los promotores.
Ante la proliferación de iniciativas y proyectos inmobiliarios –con algunos que escapan a la escala que se venía manejando en la ciudad hace unos años–, la proyección del futuro inmediato de la ciudad se hace difícil. Las deficiencias de la red vial, a pesar de los viaductos múltiples y de las redes de infraestructura, la insuficiencia de los servicios comunitarios y el descuido del espacio público no pueden ser más evidentes. La situación reclama a gritos atención de todos los sectores, pero en especial de la Municipalidad, para abordar un planteamiento de políticas urbanas basadas en los aspectos cualitativos de la vida comunitaria, que es la esencia de la práctica urbanista.
El desarrollo de este tema en Arquitexto contiene tres ensayos que desarrollan los antecedentes, la actualidad y los aspectos normativos que han marcado este proceso; los tres en su conjunto permiten realizar una lectura del itinerario que ha conducido a Santo domingo a vislumbrarse hoy como una ciudad vertical.