Diseñar para todos los sentidos

Diseñar para todos los sentidos. El oído es tal vez el sentido menos tomado en cuenta a la hora de diseñar espacios contenedores de mucho público y actividad. En nuestro país se están realizando importantes obras que utilizan los más sofisticados y costosos materiales tomando en cuenta principalmente el impacto visual y mercadológico. Sin embargo, el producto ambiental que obtenemos, en cuanto a acústica y desenvolvimiento placentero de las actividades, muchas veces es deficiente. Los diseñadores deben aprender a manejar los conceptos básicos de acústica y las particularidades de los materiales constructivos más utilizados.

Para que un lugar sea plenamente atractivo y acogedor, debe ser agradable al sentido de la vista y también a los demás sentidos: oído, olfato, gusto y tacto. Al primero se le ha atribuido, por tradición, el papel protagónico en la percepción y evaluación de los espacios arquitectónicos. Sin embargo, ¿en qué medida es así?

El olfato y el gusto trabajan muy ligados y responden al diseño de la ventilación para el manejo de olores, especialmente en restaurantes y bares. El tacto va relacionado con la temperatura y los sistemas de climatización; también con las texturas de las superficies de contacto: materiales de sillas, mesas, pisos y paredes.

En el caso del sentido del oído, el lugar y su diseño acústico son fundamentales en la apreciación sensorial que tendremos del mismo, como veremos.

En los lugares cuyas paredes y techos están formados por materiales acústicamente reflectantes, el sonido tiende a rebotar en estas superficies, con lo que se prolonga su duración en el aire. A este fenómeno lo llamamos reverberación. Por lo general, un espacio con mucha reverberación tenderá a ser poco acogedor.

El hecho de dejar de lado la realidad acústica de los espacios traerá normalmente problemas posteriores con graves consecuencias, como la disminución de público y clientes, incluso hasta tener que llegar al cierre de bares y restaurantes porque el nivel de ruido en su interior los vuelve inaguantables.

 

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