La casa ausente

Entrevista a Fernando Abruña y Rubén Abruña

El artículo presenta la entrevista exclusiva concedida a Arquitexto por los hermanos Rubén y Fernando Abruña, realizador y protagonista respectivamente del documental La Casa Ausente que se exhibió durante la sexta Muestra de Cine Medioambiental Dominicana. El documental cuenta la historia de un diseñador caribeño pionero de la arquitectura verde desde hace 30 años.

Durante la sexta Muestra de Cine Medioambiental Dominicana (DREFF por sus siglas en inglés), la revista Arquitexto fue invitada a conducir la proyección del documental La Casa Ausente, que dirigió el puertorriqueño Rubén Abruña. El documental narra la historia de su hermano, el arquitecto Fernando Abruña Charneco, un diseñador caribeño pionero de la arquitectura verde, entre cuyas edificaciones y diseños sostenibles se destacan una casa sin techo –totalmente independiente de las redes eléctricas y de agua–, una micro-eco-casa sobre ruedas, una casa-paracaídas y un coche eléctrico-solar.

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Cuando comenzó a diseñar en los años setenta, el arquitecto Abruña fue tildado de “loco” por considerar la naturaleza antes de erigir un edificio, práctica que luego sería conocida como arquitectura verde sostenible. Heredó el mantra de diseño de “hacer más con menos” de su mentor R. Buckminster Fuller, el inventor del domo geodésico, con quien trabajó como aprendiz. En estos tiempos de cambio climático, La Casa Ausente emite un mensaje dinámico y esperanzador que podemos vivir de manera sostenible para la conservación de nuestro planeta. El documental se estrenó mundialmente en el 35 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana (Cuba), en el 2013, y en Puerto Rico en marzo del 2014.

Ruben Abruna y Fernando AbrunaRuben Abruna y Fernando Abruna

Arquitexto: Llama nuestra atención una frase de tu documental: “El mejor edificio sostenible es aquel que se hace innecesario a través del diseño inteligente”. Entonces, ¿el mejor edificio es aquel que no se construye?

Fernando Abruña. Los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, donde estuve 31 años, se sorprendían al escucharme decir esto y respondían que habían venido a la Escuela de Arquitectura a aprender a construir. La realidad es que los espacios deben ser buenos y saludables para el ser humano y para el medio que los rodea, o sea que si solo pensamos en los seres humanos estaríamos haciendo solo la mitad del trabajo. Por ejemplo, si le encargan a un arquitecto sostenible un centro de observación de aves en el bosque, lo más probable es que pensará en una construcción para realizar esta actividad, valorará las escorrentías del suelo, usará madera reciclada y una estructura sobre pilotillos. Sin embargo, para construir tendría que talar algunos árboles, y, como se dice que «quien tala un árbol, tumba un nido», resultaría una acción contradictoria con el objetivo inicial.

A. Entonces garantizar la experiencia, no destruirla, diseñar espacios vs. diseñar experiencias… ¿es ese también tu lema?
F.A. Solemos responder a los encargos con infraestructuras; siguiendo el ejemplo de las aves, quizá lo único que hace falta es asignar un guía que entregue unos binoculares y una hojita que explique cómo observar aves. Eso es un diseño inteligente, concebir el espacio como el producto final y no la construcción. Por eso mi insistencia de que el mejor edificio sostenible es el que hacemos innecesario a través del diseño verde inteligente.

A. Buckminster Fuller fue profesor durante tus años de estudio: ¿Cómo influyó en tu identidad como arquitecto?
FA. Considero a Buckminster Fuller un visionario. Mi admiración por Fuller me llevó a realizar mis estudios doctorales con él. Además de sus enseñanzas, me quedan muchas anécdotas: por ejemplo, él usaba unas grandes gafas para poder ver y aparatos para poder oír, lo que graciosamente resaltaba; destacaba lo importante de diseñar más con menos, y que sus aprendices teníamos esa misión. Fuller era muy apasionado en sus clases, tanto que en ocasiones terminaba subido en una silla o una mesa, como desconectado del mundo.

A. A propósito de que en Puerto Rico la gente se ha interesado en la arquitectura verde, ¿crees que ese interés viene atado obligatoriamente a un cambio de estilo de vida?
FA. Podríamos decir que, felizmente, hoy no necesitamos convencer al cliente del tipo de proyecto que hacemos, pues hemos construido un perfil muy específico que el cliente conoce. Esto acorta la distancia entre la concepción arquitectónica y la obra final, ya que terminan siendo casi lo mismo. Afortunadamente, a pesar de la difícil situación económica que atravesamos en Puerto Rico, nuestro taller se mantiene. A diferencia de hace 40 años, lo sostenible está de moda y cuando alguien se interesa en hacer un proyecto de este tipo nos refieren.

A. ¿Entonces ese cambio viene por ser una moda?
FA. En los 40 años de ejercicio que llevamos, los primeros 25 fueron durísimos, era como predicar en el desierto, pero en los últimos 15 años he notado una diferencia. Aunque a lo mejor no tenemos aún la masa crítica para empezar a ver un cambio significativo y lograr un equilibrio entre el medio natural y el medio construido, creo que ya estamos empezando a ver un cambio de paradigma.

A. Rubén: ¿Cuál fue la motivación para desarrollar este documental y qué aporte deja al cine medioambiental?
Rubén Abruña. La motivación surgió al oír una charla de Fernando en la Universidad de Puerto Rico. Conocía La Casa Ausente pero no estaba actualizado con todas sus obras, y esa charla me abrió los ojos sobre las ideas y conceptos del arquitecto Abruña y como eran evidentes no solo en La Casa Ausente sino en toda su obra en general, especialmente en la primera escuela ecológica diseñada en Puerto Rico. Sentí la necesidad de hacer algo más amplio que un video corto que había hecho hace unos años y que compartí en Youtube. Para estructurar el documental, usamos la casa como el eje principal de la historia y relacionamos algunos de sus principios con otros proyectos y tecnologías aplicadas en ellos, como son el sistema de recogida de agua de lluvia, el sistema de producción de energía fotovoltaica y el sistema de inodoros de compost.

Eco Escuela

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A. ¿Entonces lo más atractivo para ti son los sistemas utilizados en La Casa Ausente?
R.A. En el documental también nos acercamos al tema de la arquitectura conceptual de la casa, pues me atrajo mucho el hecho de que cuando estás dentro de la casa, realmente estás afuera. Durante la filmación del documental me hospedé en la casa y recuerdo que una noche, alrededor de las dos de la madrugada, me quería bañar, y pude hacerlo en total privacidad en el río del jardín, gracias a las paredes perimetrales que lo rodean, pero al mismo tiempo con la luna y las estrellas. Vivir esa experiencia en una casa es como irte de camping, pero con las comodidades que no te brinda una tienda de campaña.

A. Fernando, en La Casa Ausente hay experiencias particulares muy interesantes, que precisamente marcan la relación del ser humano con su entorno, usando la casa como el instrumento que garantiza estas experiencias. Háblanos de esto.
FA. En primer lugar te comento que todas estas experiencias son producto de decisiones que tomamos con toda la intención para que tengas que conectar y sintonizar tus sentidos con la naturaleza. Hay muchos edificios que niegan esta relación y al estar en ellos no sabes si está nublado o soleado, y todos esos ingredientes ayudan a que la experiencia se enriquezca. Para empezar, la casa está “encerrada” por unos muros que al traspasarlos te descubren un jardín y producen la sensación de entrar hacia afuera. La altura de los muros del patio (17 pies) fue pensada además para que durante la noche bloqueen la luz de la calle y las edificaciones de los alrededores, esto hace que si estamos en el patio nuestras pupilas se dilaten con la oscuridad y podamos disfrutar mejor de las estrellas. También la selección de las plantas fue pensada para que en noches de luna llena la luz rebote en el color plateado de las hojas y produzca una luz ambiental muy particular.

Una parte muy importante de la casa es la torre de la escalera. La ubicación en el solar hace que su sombra se proyecte en los muros del patio, indicando el transcurso de las semanas del año y los cambios de estaciones. En este sentido, las medidas del solar (52 pies x 52 pies) tampoco son coincidencia, equivalen a las 52 semanas del año. En los espacios interiores como las habitaciones, nos pareció interesante la idea de llegar a algunas de ellas cruzando un área sin techo. Eso nos asegura que el habitante sabe qué está sucediendo en el exterior, incluso si llueve. Ver el río y tomar el paraguas mientras cruzas a la siguiente habitación es una de las experiencias más bonitas de habitar la casa.

A. Además la relación de La Casa Ausente con su entorno natural, ¿cómo entiendes que tu obra arquitectónica se relaciona con su entorno social?
FA. Cuando hicimos la casa realmente hubo mucha burla de los vecinos, principalmente por los sistemas tecnológicos que utilizamos: paneles fotovoltaicos, un huerto que podría garantizarnos la autonomía alimentaria, inodoros de compost; la gente pensaba que estábamos locos al usar un sistema donde la materia fecal “se queda ahí”. Con el tiempo, ese rechazo ha ido cambiando y algunos incluso han empezado a adoptar algunas de estas tecnologías, entonces creemos que a largo plazo hemos influido positivamente en nuestro entorno social.

A. ¿Cuáles son tus desafíos actuales?
FA. Ahora mismo nuestro desafío actual, correspondiendo al tema urbano, es con una misma huella de techo poder alojar a varias familias, es decir, aumentar la densidad de una vivienda superando la limitante de tener un solo techo para la recogida del agua de lluvia y la generación de energía fotovoltaica.

A raíz del terremoto de Haití del 2010, Thomas Marvel, destacado arquitecto puertorriqueño (fallecido recientemente), conformó un equipo de arquitectos para ofrecer nuestra ayuda. Por nuestra especialidad se nos encomendó la tarea de estudiar la sostenibilidad del proyecto y una de los descubrimientos más importantes de nuestra investigación fue que con la misma huella de techo que se puede abastecer de agua y energía eléctrica a tres familias en Puerto Rico seríamos capaces de proveer las necesidades de 12 familias en Haití, donde el estándar de confort es sustancialmente menor. En los ambientes urbanos hay un potencial enorme para aplicar estas tecnologías que empiezan a madurar. De todas maneras, y pensando en la parte social más que en la tecnológica, en el estudio tendemos a preferir la infraestructura que no supere los 3 o 4 pisos.

En Puerto Rico, la limitante tecnológica de construir grandes rascacielos nos ha beneficiado para mantener una relación de escala con el entorno. Si se me quedan las llaves del coche, por ejemplo, no es igual que me las lancen del tercer nivel que del piso 12. Recordemos que la sostenibilidad se fundamenta en tres pilares: el ambiental, el social y el económico, y debemos colocar los elementos en su justo orden de importancia: primero el ser humano, luego la naturaleza y por último la tecnología.

Sobre la muestra
La Muestra de Cine Medioambiental Dominicana es una iniciativa de Global Foundation for Democracy and Development (GFDD) y la Fundación Global Democracia y Desarrollo que se realiza desde el 2011 en la República Dominicana y constituye una plataforma de conocimiento y debate sobre el medio ambiente y el desarrollo sostenible, sus retos y las mejores prácticas, y celebra, a la vez, la belleza y riqueza únicas de la naturaleza dominicana.

Esta sexta edición de la muestra, la más grande hasta la fecha, incluyó seis días de proyecciones, talleres, clases magistrales, paneles, excursiones, exposiciones, proyectos y conversaciones, en la que participaron cerca de cien instituciones privadas, no gubernamentales y públicas. Se exhibieron 140 proyecciones gratuitas que fueron disfrutadas por más de 12,000 espectadores en 11 ciudades de la República Dominicana.

Durante el evento se entregaron los premios Globo Verde Dominicano, un concurso de producción de audiovisuales sobre temas medioambientales y de desarrollo sostenible en cuatro categorías: cortometraje, mensaje de concienciación, fotografía y junior. El premio Green Film Network 2016 fue otorgado a la película Landfill Harmonic, que gira en torno a la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, un grupo musical paraguayo cuyos instrumentos se han confeccionado en su totalidad a partir de la basura recogida en el vertedero abierto que circunda el barrio en el que viven. El máximo reconocimiento de la muestra, el premio Colibrí, fue otorgado a Rajendra Pachauri, invitado de honor de la muestra y premio Nobel de la Paz 2007. La próxima edición se realizará del 12 al 17 de septiembre del 2017. Pongámoslo en agenda www.dreff.org

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