¿Sería posible demostrar una correlación entre la arquitectura práctica del diseño espacial y la cinematografía? Y de ser así, ¿podría la audiencia identificar efectivamente por sí misma dicha correlación? La percepción que tenemos de ciertos espacios tiene influencia sobre cómo los experimentamos. Esta percepción está moldeada de alguna manera por el tamaño, calidad, iluminación y composición del espacio en cuestión.
Se podría argumentar si una película es o no es una versión amplificada de la vida misma, por ende, el espacio creado (o manipulado) para representarla se diseña con la intención de facilitar, no solo la interacción de los personajes, sino también la estructura narrativa del filme, convirtiendo al espacio en un personaje más, con sus propias características y sus propias líneas en el guion.
El ancestro de la cinematografía es indudablemente… la arquitectura. Sergei EISENSTEIN
Con el fin de lograr ciertos efectos en la audiencia, el cine emplea una diversidad de elementos audiovisuales que van desde la interpretación, los diálogos, la iluminación, la utilería, la música y demás efectos de sonido, hasta el encuadre y la composición de la escena, cada elemento con un rol exclusivo para proyectar la idea.
Nuestra percepción del espacio-tiempo refleja una analogía fundamental entre cine y arquitectura. Aunque a veces son bastante disímiles en cuanto a práctica, la arquitectura y la cinematografía encuentran espacios afines, generándose así una asociación simbiótica que se refleja en el lenguaje afectivo que emplea la realización; este lenguaje está íntimamente relacionado con la manera en que arquitectas y arquitectos estudiamos y entendemos el espacio. Juhani Pallasmaa plantea que difícilmente haya una película en la que no se incluya un imaginario arquitectónico, y que esta afirmación implica (independientemente de que en el filme se muestren o no edificios) la existencia de un espacio en particular (Pallassmaa, 1995).
Esto supone una serie de preguntas en torno a la posibilidad de que la correlación entre cine y arquitectura exista solo en el imaginario de quienes hacemos arquitectura o cine o si, por el contrario, también la audiencia identifica dicha analogía. De igual manera nos preguntamos si los realizadores, conscientes de esto, aprovechan las inferencias psicológicas del espacio en la manera en que lo experimentamos en el cine. Incluso nos pudiéramos preguntar hasta qué punto dicha correlación pudiese mejorar la práctica de ambas disciplinas.
Ico Abreú es arquitecto egresado de la UNPHU. Tiene maestrías en Alojamientos Turísticos y Planificación de Comunidades. Es profesor de las escuelas de Arquitectura y Comunicación de la PUCMM. Ha sido profesor invitado en las universidades de Cincinnati y Técnica de Estambul. Ha incursionado en la fotografía y ha participado en varias colectivas fotográficas. Como arquitecto, Ico ha recibido varios reconocimientos y premios, tanto por los proyectos en los que ha participado como por su labor académica. En cinematografía ha incursionado en el diseño de producción y dirección de arte, así como en la realización de cortometrajes. Es actor formado a través de conservatorios intensivos con instructores locales, ha interpretado personajes en cortos y largometrajes, y ha producido y dirigido documentales. Realizó los diplomados de Escritura para Cine y de Diseño de Producción (Unibe) y ha sido guionista de televisión, cortos y largometrajes. En 2011 ganó la beca Fulbright para realizar estudios de maestría en la Universidad de Cincinnati, en los Estados Unidos. Actualmente trabaja en su primer largometraje.