Proteger el capital natural: estrategias para la gestión de playas en la República Dominicana

Las playas de la República Dominicana representan un atractivo turístico de primer orden, pero sobre todo un recurso natural vital que sostiene tanto la biodiversidad como las economías locales. Estas zonas costeras, que atraen a millones de turistas anualmente, están enfrentando desafíos crecientes debido a la presión humana y los efectos del cambio climático. La gestión integral y sostenible de las playas, que equilibra la conservación ecológica con el desarrollo socioeconómico, se ha vuelto una necesidad imperante. Es fundamental armonizar las dinámicas naturales y socioculturales en la conservación de las playas con vocación turística de la República Dominicana, y garantizar que la gestión de estos espacios contribuya tanto a la conservación ambiental como al desarrollo económico de las comunidades costeras.

Playa Frontón, Samaná

La República Dominicana tiene 1,570 kilómetros de costa y alberga aproximadamente trescientas playas[i] a lo largo de su territorio. De este total, se estima que alrededor del 40% tiene un potencial significativo para el turismo, lo que convierte al país en uno de los destinos más populares del Caribe. Estas playas no solo atraen a millones de visitantes cada año, sino que también desempeñan un papel crucial en la protección de los ecosistemas costeros y en la sostenibilidad de las comunidades locales.

Playa Onda, Samaná

El capital natural de la República Dominicana incluye 116 kilómetros cuadrados de arrecifes coralinos y 224 kilómetros cuadrados de manglares,[ii] que son esenciales para la protección contra la erosión y para el sustento de la biodiversidad marina. A estos se suman los sistemas dunares, que cumplen una función igualmente vital al estabilizar las costas y actuar como barreras naturales contra tormentas y otros fenómenos climáticos. Algo similar ocurre con los ríos, que contribuyen al transporte de sedimentos que terminan formando algunas de las playas más importantes del país. Sin embargo, la creciente urbanización, especialmente en las zonas costeras, ha ejercido una presión significativa sobre estos ecosistemas. En 2020 se estimaba que aproximadamente el 50% de la población dominicana residía en áreas costeras, y se espera que esta cifra aumente al 60% para 2075.[iii] Esta concentración poblacional, junto con la afluencia masiva de turistas, ha intensificado la demanda sobre los recursos costeros y elevado la necesidad de una gestión efectiva y sostenible.

Playa El Limón, Samaná

En los últimos años, los impactos del cambio climático y la degradación ambiental han forzado tanto al sector público como al privado a adoptar una gestión más integral de las zonas costeras. Si bien en el pasado la gestión de estas áreas no consideraba de manera suficiente las implicaciones del cambio climático, ahora existe una creciente concienciación y necesidad de acción. Las medidas adoptadas no solo buscan conservar el atractivo turístico de las playas, sino también proteger los servicios ecosistémicos que son esenciales para la economía y el bienestar social de la República Dominicana. Además, estos sectores se han visto obligados a tomar en cuenta que el futuro desarrollo costero debe estar intrínsecamente ligado a prácticas sostenibles, y a no solo enfocarse en prevenir futuros daños, sino también en remediar aquellos espacios que ya han sido afectados por una gestión inadecuada.

Desafíos en la gestión de playas

La gestión de las playas de la República Dominicana enfrenta desafíos complejos, derivados tanto de factores naturales como de actividades humanas. Uno de los problemas más críticos es la erosión costera, que ha afectado significativamente a muchas de las playas más importantes del país. En regiones como Las Terrenas y Bávaro se han registrado tasas de retroceso de la línea de costa de hasta tres metros por año en algunas áreas.[iv] Este fenómeno se ve agravado por la degradación de los arrecifes coralinos, que ha alcanzado niveles alarmantes en ciertas zonas, lo que reduce su capacidad para proteger las costas de la erosión.

Otro desafío considerable es la urbanización no planificada de las áreas costeras. La expansión descontrolada de infraestructuras turísticas y residenciales ha llevado a la pérdida de vegetación costera, como los manglares o aquella vegetación que actúa como protección de los cordones dunares, que son cruciales para la estabilización de las playas y la protección contra tormentas. Además, la construcción en zonas de alta vulnerabilidad ha incrementado el riesgo de daños por desastres naturales, un problema que se ve agravado por el cambio climático.

El cambio climático en sí mismo presenta un desafío multifacético. Se prevé que el aumento del nivel del mar y la mayor intensidad de las tormentas afecten gravemente las zonas costeras del país. Estos cambios podrían no solo acelerar la erosión, sino también poner en riesgo la infraestructura turística y las comunidades locales que dependen de las playas para su sustento.

Finalmente, y a pesar de los esfuerzos significativos como el desarrollo de planes de ordenamiento territorial, la falta de un marco legal coherente y una mejor coordinación institucional han limitado la efectividad de las políticas de gestión costera, lo que resalta la urgencia de un enfoque integrado y basado en la sostenibilidad.

EROSIÓN COSTERA Y CONSTRUCCIÓN NO PLANIFICADA. Las playas dominicanas son un recurso natural vital que sostiene tanto la biodiversidad como las economías locales. Las actividades humanas y los efectos del cambio climático son parte de los desafíos que enfrentan las playas y demás ecosistemas costeros

Componentes de una gestión sostenible de playas

La gestión sostenible y eficiente de las playas requiere un enfoque integral que considere no solo la conservación ambiental, sino también el impacto social y económico sobre las comunidades locales. Como garantía de sostenibilidad, es fundamental considerar tres componentes clave: gestión del paisaje e infraestructura; normas y regulaciones que garanticen el uso adecuado y sostenible de los recursos; y fomento del apoyo social y del emprendimiento.

Gestión del paisaje e infraestructura. Este componente es crucial en la sostenibilidad de las playas, ya que determina la forma en que las personas interactúan con el entorno costero y, al mismo tiempo, cómo se conservan los recursos naturales. Un diseño adecuado de la infraestructura no solo mejora la funcionalidad de las playas, sino que también permite su acceso y garantiza el respeto por los ecosistemas costeros. Entre las buenas prácticas que se pueden implementar se encuentran las siguientes:

  • Acceso adecuado y controlado: El diseño de los accesos a las playas debe minimizar el impacto sobre los ecosistemas dunares y costeros, y garantizar el acceso universal. La infraestructura debe guiar a los visitantes de manera que no se comprometan áreas delicadas como las dunas o la vegetación costera. Las pasarelas elevadas y los senderos demarcados son esenciales para evitar la erosión y la compactación del suelo.
  • Equipamiento y protección del paisaje: El equipamiento debe estar diseñado y ubicado estratégicamente para integrarse en el paisaje natural. Las instalaciones como kioscos, áreas de descanso, baños y duchas deben estar construidas con materiales que minimicen el impacto visual y ambiental, y ubicadas fuera de las zonas de mayor sensibilidad ecológica. Además, es fundamental incluir señalización interpretativa que eduque a los usuarios sobre la importancia de la conservación de los paisajes y su función en la protección del ecosistema.
  • Control de la erosión y revegetación: La gestión del paisaje incluye el control de la erosión mediante la protección de las dunas y la revegetación con especies nativas y endémicas. Las dunas juegan un papel clave como barreras naturales que preservan las playas de las tormentas y los vientos fuertes. La plantación de vegetación autóctona en las dunas no solo estabiliza la arena, sino que también crea hábitats para la fauna local. Es vital, por tanto, implementar un plan que prevenga la erosión y que promueva la resiliencia de la playa ante el cambio climático.
  • Infraestructura resiliente y diseño sostenible: Finalmente, la infraestructura de las playas debe estar diseñada para ser resiliente frente a los impactos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar y la mayor frecuencia de tormentas. El uso de materiales sostenibles y la implementación de soluciones basadas en la naturaleza (como barreras vegetales) garantizan que las playas sean más resistentes a los cambios ambientales. Además, la inclusión de sistemas de drenaje y barreras naturales contribuye a la protección de los paisajes costeros. Los estacionamientos y otras infraestructuras complementarias deben situarse fuera de la franja costera.

En conjunto, estos elementos permiten que la infraestructura sea un facilitador de la interacción humana con las playas sin comprometer su integridad ecológica. Un enfoque arquitectónico y de urbanismo que priorice estos aspectos garantiza playas sostenibles y funcionales a largo plazo.

ENFOQUE INTEGRAL: AMBIENTAL, SOCIAL Y ECONÓMICO. Las buenas prácticas de una gestión sostenible de las playas incluyen acceso, instalaciones y equipamiento apropiado, protección de las dunas y revegetación, infraestructura resiliente al cambio climático, y uso de materiales sostenibles, entre otras

Regulaciones y nuevas normativas. Son fundamentales para asegurar que tanto el desarrollo como la conservación se realicen de manera equilibrada y respetuosa con el entorno. Se puede destacar:

  • Programación urbana del territorio: El desarrollo turístico y residencial debe estar cuidadosamente planificado para minimizar el impacto sobre las playas y ecosistemas costeros. Esto implica establecer zonas de amortiguamiento, designar áreas específicas para el desarrollo, regular el equipamiento turístico y proteger las zonas más vulnerables.
  • Normativas sobre el uso de la franja costera: Las regulaciones deben ser claras respecto a cómo se pueden usar las franjas costeras, limitando la construcción en áreas sensibles y protegiendo la vegetación nativa y los sistemas dunares. Asimismo, deben existir reglas claras para evitar la sobreexplotación de los recursos y garantizar el equilibrio entre el turismo y la conservación.

Apoyo social y al emprendimiento. Son componentes necesarios para asegurarse de que las comunidades locales sean beneficiadas directamente. Este componente promueve que los habitantes locales no solo participen en la gestión, sino que también reciban beneficios económicos y educativos. El apoyo a las comunidades locales también ha sido una pieza clave en la gestión sostenible de las playas. La implementación de programas de capacitación en emprendimiento y gestión ambiental en comunidades costeras permite a los residentes participar activamente en la conservación de su entorno y mejorar sus medios de vida.

Hacia una gestión sostenible La gestión integral y sostenible de las playas de la República Dominicana es crucial para garantizar la conservación de su capital natural y el bienestar de las comunidades que dependen de estos recursos. A través de la implementación de buenas prácticas que combinan la restauración ecológica, el apoyo a las comunidades locales y la regulación del uso de las zonas costeras, el país está demostrando que es posible equilibrar el desarrollo turístico con la protección del medioambiente. Sin embargo, la continuidad y expansión de estos esfuerzos es esencial para enfrentar los desafíos futuros, como el cambio climático y la creciente presión urbana, para asegurarse de que las playas dominicanas sigan siendo un recurso valioso para las generaciones venideras.


[i] De acuerdo con los últimos registros del Ministerio de Turismo y tomando en cuenta que algunas de las playas contabilizadas son de carácter estacional.

[ii] Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales. GEO, República Dominicana, 2010. Perspectivas del Medio Ambiente.

[iii] Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), República Dominicana.

[iv] Banco Interamericano de Desarrollo, 2022. Proyecto de Gestión Costera Sostenible DR-L1154 (perfil de proyecto).

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