Punta Sur

Sobre la avenida Anacaona del sector Los Cacicazgos se levanta Punta Sur, un edificio residencial de lujo de treinta y tres pisos con un diseño arquitectónico contemporáneo, un equipamiento con la tecnología más reciente, y una ejecución rigurosa que cumple con altos estándares de terminación, lo que lo hace una de las edificaciones más exclusivas de la ciudad.

El conjunto residencial Punta Sur fue diseñado por el arquitecto Pedro A. Haché junto con el equipo de Pons Arquitectos, liderado por Daniel Pons. Para el arquitecto Haché, fundador y arquitecto principal de la prestigiosa firma Ginaka (promotora y contratista general de la obra), la intención de diseño estuvo basada en conjugar conceptos como la comodidad, el lujo, la tranquilidad y la elegancia en una edificación moderna, propia del siglo XXI, en la que se conjugaran funcionalidad y estética, calidad e innovación. Haché es un arquitecto de larga data graduado en la Universidad de Santo Domingo en 1956 y que a largo de su trayectoria —de forma individual en los primeros años de ejercicio, y desde 1981 en la empresa familiar— ha realizado importantes aportes a la arquitectura dominicana.

El hecho de estar ubicado en la segunda terraza de la ciudad de Santo Domingo, un enclave privilegiado, permite el disfrute de espectaculares vistas al mar Caribe y el entorno verde que ofrece el parque Mirador Sur. La condición de esquina del lote, la naturaleza rocosa del terreno y la pendiente acentuada condicionaron la propuesta, de tal forma que se optó por proyectar un edificio de dos cuerpos: uno más bajo de cuatro niveles por encima del suelo, en el que se ubican las plazas de estacionamiento, y el segundo, un elemento vertical de esbeltas proporciones en el cual se desarrollan los apartamentos (uno por nivel). Los grandes voladizos (algunos de hasta nueve metros) que sobresalen de la volumetría dan lugar a amplias terrazas y realzan la esquina. Las fachadas de esta obra de estilo contemporáneo resaltan por el coronamiento de la edificación, el marcado juego de volúmenes de hormigón armado y de planos con colores y revestimientos diversos, sistemas de fachadas ventiladas y muros cortina, lo que produce una composición dinámica y elegante.

El piso de entrada es la planta baja y está levantado sobre el nivel de la calle, en él se ubica la marquesina principal. Llama la atención la losa circular de gran diámetro, sostenida por un par de pilastras centrales. El vestíbulo principal de triple altura está compuesto de un elegante mostrador y unas acogedoras salas de espera. Se destacan las finas terminaciones: los revestimientos de mármol del piso, la madera de las paredes de los ascensores, el diseño del cielo raso con su cuidada iluminación, las barandas de vidrio templado y los cerramientos de cristal de gran altura que facilitan la conexión visual con el parque.

En el quinto nivel se han dispuesto las áreas sociales comunes, conformadas por una serie de instalaciones que incluyen desde terraza con piscina hasta un pequeño spa con gimnasio, sauna, cuarto de masajes y salón de belleza. Estas se suman a los diversos salones para reuniones, actividades sociales y de entretenimiento (proyección audiovisual y mesa de billar), una cocina completamente equipada y un gran patio jardín, con un área verde, una amplia terraza exterior cubierta con celosías que tamizan el sol y zona de juegos para niños.

Un apartamento de estilo ecléctico y moderno

Igual que en las áreas comunes, en el diseño interior de su propio apartamento la arquitecta Haché sigue la tendencia contemporánea y conjuga los estilos ecléctico y moderno con la naturaleza, priorizando la integración del verde y la luz natural, y empleando materiales y terminaciones de alta calidad como el mármol, la madera, el estuco, el cristal y el aluminio.

Algunos factores fueron claves en la definición del interiorismo. El primero, lograr una experiencia sensorial del espacio a través de la estimulación de los cinco sentidos, con integración de sistemas de audio con música ambiental, ambientadores con exquisitos aromas, la combinación y el juego de texturas desde la calidez de la madera y los maceteros de piedra, hasta los textiles seleccionados para el mobiliario y las cortinas, el uso del color —predomina la paleta de colores tierra y degradados—, el aprovechamiento de la luz natural y el diseño de iluminación, un elemento vital para acentuar el carácter de los espacios.

El segundo factor que destaca la arquitecta fue el reto de integrar objetos y piezas familiares a la decoración manteniendo el aspecto moderno del interior. Así encontramos obras de arte de importantes autores, la antigua lámpara de lágrimas proveniente de Cuba, una colección de aves disecadas —adquiridas con los años a taxidermistas— colocadas en el comedor, una colección de frascos antiguos de boticas, entre muchos otros, que además de su valor intrínseco poseen un gran valor sentimental. El resultado es una mezcla de estilos, ambientes que tienden a lo ecléctico, pero que mantienen la armonía y coherencia del conjunto.

• Plantas arquitectónicas de primer y quinto nivel
• Sección y elevaciones sur (av. Anacaona) y oeste (calle Caonabo)