Casa Museo Horacio Vásquez

Hace más de 100 años, el presidente dominicano Horacio Vásquez y su esposa, la gran poetisa Trina de Moya, vivieron en una casa en Tamboril, Santiago de los Caballeros. Gracias a la iniciativa de la Presidencia de la República, del Ministerio de Cultura y de la Fundación Horacio Vásquez, y por medio de la gestión de la Dirección General de Museos con la colaboración del Banco de Reservas, esa casa hoy día ha sido reinventada y convertida en la Casa Museo Horacio Vásquez, el punto de partida de un centro cultural que atesorará la vida de este ilustre hombre, considerado por muchos como uno de los mejores presidentes de nuestro país.

El proceso de recuperación de la última residencia del presidente dominicano Horacio Vásquez se inició gracias a una alianza estratégica entre la Fundación Horacio Vásquez, la Dirección General de Museos y el Banco de Reservas. Se trata de una modesta y tradicional vivienda popular, construida con madera y techada de zinc, situada en una finca que Horacio adquirió en 1907 en el municipio de Tamboril.

Ubicada en el número 97 de la Calle Real de Tamboril, municipio de la provincia de Santiago (en el tramo conocido como Dr. Guillermo A. Santana), la casa donde Horacio Vásquez vivió sus últimos seis años junto a su esposa Trina de Moya de Vásquez fue donada a la Iglesia Católica mediante acto notarial de fecha 23 de mayo de 1989 por Edilia Antonia de Moya (Toñita), hija adoptiva del matrimonio Vásquez de Moya. En febrero de 2019, la Iglesia Católica, a través del Arzobispado de Santiago de los Caballeros, dio en concesión la casa y los terrenos a la Fundación Horacio Vásquez, entidad que estaba interesada en convertirla en una casa museo. Esta concesión es por un lapso de 50 años.

El alcance de la intervención permitió la reubicación de la nueva edificación con amplios retiros con áreas libres que serían aprovechadas para el cumplimiento del programa de diseño arquitectónico, paisajista y museográfico a cargo de la Dirección General de Museos.

El proyecto arquitectónico contempló tres elementos en los que se basa la propuesta: la plaza, el estacionamiento y los servicios. El cierre de un tramo de calle y el retiro de cinco metros fueron aprovechados para convertir el espacio disponible en una plaza que, además de atraer a los transeúntes y recibir a los visitantes, conecte con la ciudad y el paisaje urbano. Una isleta existente dedicada a Hostos, al frente del solar, se acondicionó para integrarla al proyecto, lo cual enriqueció el entorno urbano.

El diseño de la plaza fue entendido por el proyectista como un lienzo en el cual plasmar un capítulo adicional a la historia que se exhibiría en la casa museo sobre el legado progresista del presidente Vásquez. Horacio es conocido por su protagonismo en el esfuerzo modernizador de la sociedad dominicana, proceso que se había iniciado durante la intervención estadounidense de 1916. Había participado en la construcción de la infraestructura vial del importante proyecto ferroviario de finales del siglo XIX. Durante su presidencia impulsó el desarrollo agrícola y la construcción de carreteras, puentes y escuelas, entre otros. Asimismo, se le reconoce el haber dado prioridad al saneamiento y al agua potable con la construcción del acueducto de Santo Domingo. Es por esto que las vías férreas aparecen en el pavimento como referencias temporales de ese pasado, atravesando los campos cultivados y regados por canales; los primeros representados por adoquines verdes y los canales por adoquines azules que tocan una cuadrícula como referencia sutil a las líneas de distribución de agua potable en una trama urbana.

El antes y el después de esa historia está enfatizado por una hilera diagonal de palmas, árbol endémico y significativo, como alegoría y símbolo político del “exilio” que mantuvo a Horacio dentro de su vivienda entre 1930 y 1936. “Hay una transición para llegar: cruzar los cultivos, atravesar las palmas, saltar los rieles, el parquecito y llegar al museo. La idea es aportar algunos acontecimientos que preparen al visitante, aunque sean pequeños”, explica Ottenwalder.

Se destaca a la izquierda de la cuadrícula un recuadro con césped y un pequeño árbol bajo cuya sombra descansan inmóviles unas esculturas de doña Trina y don Horacio, sentados apaciblemente en un banco de acero galvanizado —recreación de una escena rescatada de una de las fotografías de la pareja—, apuntando sus miradas al futuro o a un pasado mejor. Del lado derecho reposa un pequeño y sencillo bloque monolítico de granito biselado con una lámina superpuesta de acero inoxidable troquelado que, además de ser el letrero, insinúa un monumento conmemoraivo a la ilustre pareja. Entre ambos aparece la fuente (como en todo parque de pueblo) insinuada por una composición planimétrica geométrica de adoquines azules, todo un poema.

Al fondo de la propiedad, de forma discreta, se encuentra una casa vernácula que alberga los servicios sanitarios, el almacén-casa de guardia, el lavadero, la cisterna de 3,000 galones y el pozo filtrante y séptico; el suministro de agua está garantizado por un pozo con una bomba sumergible. La casa de la bomba se disfrazó de letrina al lado de la casita. Esta instalación es de fibrocemento [densglass] con cubierta de zinc galvanizado sobre estructura metálica y terminación interior de cerámica; la superficie exterior del edificio está forrada de madera de pino tratada de 1″ x 8″, cepillada y machihembrada.

HORACIO VÁSQUEZ (1860-1936). Militar y político dominicano, ocupó la presidencia en dos periodos: 1902–1903 y 1924–1930. Autodidacta, aprovechó el exilio para profundizar sus conocimientos y entender al ser humano. Su gobierno se vincula a la ocupación militar estadounidense, y se destaca por la continuidad de programas de fomento y obras públicas. Respetó las libertades ciudadanas, promovió obras sanitarias, educativas y agrícolas, e impulsó la autosuficiencia en productos básicos. Fortaleció la agricultura con infraestructura y proyectos de irrigación. La casa museo destaca la dignidad y principios con los que Horacio Vásquez asumió la vida pública, junto a su ejemplar esposa, la poetisa Trina de Moya de VásquezHORACIO VÁSQUEZ (1860-1936).

En el área de estacionamiento se optó por consolidar el suelo a través del uso de bloques de hormigón perforados a modo de retícula sobre una capa sembrada de césped, un gesto ambientalmente respetuoso pues permite el drenaje natural al subsuelo y da suficiente solidez para el rodamiento vehicular. Una leve diferencia de nivel del terreno fue aprovechada para crear un pequeño anfiteatro o espacio lúdico recreativo.

La casa de 275 metros cuadrados es una recreación hermosa y fiel de la original, tiene una galería perimetral bordeada de esbeltas columnas de madera y está rodeada de una acera perimetral que conecta con la plaza de llegada, con lo que se crea un circuito que permite la continuidad espacial y la circulación. Contiene la museografía cuidadosamente distribuida en 145 metros cuadrados de espacios adecuadamente adaptados para la exposición de la colección de objetos, documentos históricos, material gráfico, murales, señalizaciones e incluso recursos audiovisuales; todo está distribuido en espacios categorizados según las etapas significativas de la vida de Horacio Vásquez, y que explican didácticamente desde su vida familiar y formación política hasta los logros alcanzados durante su vida, en especial en su etapa presidencial. En el diseño se tomaron previsiones para permitir la expansión de las instalaciones culturales sin dificultades futuras.

La historia de los pueblos debe ser contada para que esta persista en la memoria de su gente. Son sus personajes y acontecimientos más destacados que marcan este recuerdo. La arquitectura cuenta la historia a través de las obras. La Casa Museo Horacio Vásquez lo comprueba. Una historia materializada en espacios y paisaje con la ciudad como escenario. La metáfora del propio arquitecto Ottenwalder sobre las estatuas de don Horacio y doña Trina lo explica: “Sentados al amparo del clima, inmóviles. ¿Acaso están esperando el tren? No creo. Mientras cae el día la gente se hace más escasa y pronto se quedarán solos. Pero no por mucho tiempo, porque mañana vendrá más gente a visitarlos, a pasear por su casa para disfrutar y aprender de una época y una historia de la que es necesario conocer”.

  • Planta arquitectónica y bocetos
CENTRO CULTURAL Y CASA MUSEO HORACIO VÁSQUEZ
  • Instituciones: Ministerio de Cultura, Dirección General de Museos (DGM), Banco de Reservas y Fundación Horacio Vásquez
  • Museografía: Fernando Ottenwalder, con la colaboración de María Belissa Ramírez de Zaiek y Carlos Andújar
  • Manejo y gestión de colecciones: 3María Belissa Ramírez de Zaiek, Sofía Lulo y Carlos Andújar
  • Diseño gráfico: Efraín Raymundo (logo) y Fernando Ottenwalder (paneles y fichas)
  • Diseño del emplazamiento: Arq. Fernando Ottenwalder, DGM, con la colaboración del Ing. Guillermo Ricart
  • Ejecución: Dirección General de Ingeniería del Banco de Reservas. Ing. René González, director; ing. Guillermo Ricart, supervisor general. Wilson Rodríguez (coordinación con DGM)
  • Personal técnico: Amaury Vásquez, Diógenes Santana, Odalis Lugo, Miguel Restituyo, Félix Sepúlveda, Iris de Mondesert, Eric Borbón, Pamela Núñez, José Mercader, Betzaida Ymaya, Dimas Rodríguez, Efraín Raymundo e Ydalia Martínez
  • Colaboraron con Fernando Ottenwalder: Fausto Abreu, Cristóbal, Chari, Geemps, Andrea Ottenwalder, Fredy Bautista, Alfredo Abreu y Moisés Abreu
  • Trabajo de recuperación de la vivienda original: Ingeniería Estrella
  • Contratista: In-Road Constructora
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  • Climatización: Climacool
  • Muro de gaviones y canalización del río: Medos Mallol Constructora
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