La proliferación de edificios en altura que ha tenido lugar en Santiago de los Caballeros en las últimas dos décadas es una muestra indudable del crecimiento económico y del cambio de escala de las inversiones inmobiliarias, lo que se refleja en la magnitud de las obras desarrolladas, así como en los criterios de ocupación del suelo y las respuestas arquitectónicas.
Dentro de este panorama contemporáneo, se destacan las residencias en altura del estudio de arquitectura Miguel Marte y Asociados, el cual ha desarrollado algunas de las más recientes e importantes torres residenciales que se emplazan en los barrios centrales de la urbe cibaeña. El conjunto de edificios que presentamos en este segmento ha sido concebido por la dupla formada por Miguel Marte y Eduardo Sánchez, arquitectos principales de la firma, y responden a una interpretación del manejo estético y formal de la arquitectura moderna, la cual se caracteriza fundamentalmente por volúmenes puros, una audaz composición geométrica y la ausencia de elementos superfluos de ornamentación.
Estas edificaciones de gran riqueza arquitectónica constituyen un ejemplo de la tendencia de la arquitectura contemporánea de nuestro país destacando por su volumetría y materialidad, y una importante comprensión urbana de su entorno. La forma independiente en que se suceden en toda la ciudad junto con otras construcciones de características similares y su simplicidad y esbeltez las hacen destacar dentro de la trama urbana de la Ciudad Corazón y las convierten en referencia del mercado inmobiliario.
La condición geológica de Santiago se caracteriza por un suelo arcilloso y débil, lo que condiciona la solución estructural a implementar en la cimentación de la edificación. Al contrario del uso de zapatas aisladas, la solución adoptada en la generalidad de estas edificaciones son plateas de fundación, es decir, losas superficiales sobre el terreno natural que permiten repartir las cargas uniformemente, con vigas reforzadas debajo de los muros portantes. Esta condición hace que los edificios se levantan en el centro del lote y que no pueda utilizarse estacionamiento subterráneo. Para resolver el estacionamiento se crea un pequeño edificio en la parte posterior, normalmente construido con acero. Esto permite que el edificio cuente con un emplazamiento amable hacia la calle y la ciudad. No hay verjas —y, cuando se requieren, reciben un tratamiento adecuado, integrándose a la solución arquitectónica y paisajística— ni estacionamiento al frente, por lo tanto, el verde adquiere protagonismo como área de transición, de recibimiento y de ambientación.
Al tener que proveer el acceso de los automóviles a la parte posterior del lote, el edificio tiene que separarse de los bordes —seis metros como mínimo— y aparecen como bloques exentos, piezas singulares, únicas, distanciadas de las propiedades vecinas. Los edificios respiran, y la ciudad también. La ausencia de verjas contribuye también al diálogo de arquitectura y ciudad.
El otro aspecto importante que se destaca en el conjunto de torres es la materialidad. Para levantar las paredes de los edificios se utiliza generalmente el sistema constructivo de formaletas. Al ser el hormigón armado una solución más caliente que los tradicionales bloques, se introducen losas en vuelos en todo el perímetro del edificio para contrarrestar el impacto térmico sobre el hormigón; dichos voladizos se aprovechan además para crear balcones y terrazas, y una segunda piel que por igual disminuye el calor y tamiza la luz.
“Esa segunda piel, aparte de mejorar los aspectos térmicos, brinda la oportunidad de un tratamiento volumétrico y material diferente de las fachadas y una oportunidad de experimentación”, explica el arquitecto Eduardo Sánchez. En cada una de las siete torres que se presentan a continuación se aprecia una exploración formal con un común denominador: el juego de volúmenes, la doble fachada, los calados, el uso de elementos prefabricados ya sea con materiales tradicionales o industrializados. “Cada proyecto manda una solución y una configuración determinada, no hay que estar repitiendo la misma fórmula”, expresa el arquitecto Marte. Este tipo de emplazamiento y ocupación del suelo determina que cada fachada del edificio sea importante, “cada fachada tiene su protagonismo, lo que hace destacar cada pieza arquitectónica dentro del entorno urbano, el edificio adquiere mayor presencia y se jerarquiza el paisaje de la ciudad”.
En aspectos funcionales, el programa de los apartamentos responde al estilo de vida actual, en el que ya no es necesariamente la vivienda tipo para la familia nuclear tradicional. La mayoría de los proyectos responden a una nueva tipología social, con varios apartamentos por piso, más pequeños pero con una distribución eficiente, de una o dos habitaciones, destinados indistintamente a solteros, familias jóvenes o incluso para alquiler temporal tipo condotel. Por supuesto, el apartamento tradicional de tres dormitorios, con áreas sociales amplias y dependencias de servicio cómodas y funcionales sigue siendo una oferta, como en las torres Zoe Sophía, Albizia y Loretto.
Dado que los edificios tienen una huella muy pequeña, el módulo de comunicación vertical se ubica generalmente en el centro del edificio, junto con los servicios, mientras que las áreas sociales y los dormitorios se organizan en el perímetro para aprovechar las vistas y la ventilación. Esta configuración espacial les da mucha versatilidad, el balcón perimetral favorece la integración entre el interior y el exterior.
El resultado de diseño es fruto del trabajo de taller intenso, que abarca la puesta en común de ideas en el proceso de conceptualización, la discusión de los proyectos, la visualización 3D y el desarrollo del proyecto ejecutivo. En este proceso se utilizan desde las herramientas convencionales, como las maquetas topográficas y modelos de trabajo, las visualizaciones 3D y renderizados, hasta algunas más lúdicas como el Jenga, un juego de construcción con bloques muy popular. Otro factor que favorece grandemente el trabajo del equipo es el viajar juntos como equipo; estas travesías les permiten al tiempo de sacar fotografías, anotar y bosquejar, reflexionar y aprender de los detalles.